Dentro de unos meses, en el año 2109, el Bar Lucas cumplirá 50 años. Parece mentira pero ya ha pasado casi medio siglo desde que Lucas Gómez, el primer propietario del establecimiento, viera una opción de negocio en un bocadillo con un nombre, cuanto menos, raro en la Córdoba de entonces.

Su hijo, Rafael, es quien regenta en la actualidad el bar. Cuenta que su padre vio la máquina de perritos por primera vez en una feria de muestras en Madrid y decidió probar suerte en la ciudad. Y triunfó.

Poco a poco los productos de confitería y charcutería que se vendieron al principio quedaron desplazados por los perritos, que se convirtieron en el bocadillo «estrella».

Cuenta Rafael que el secreto, en parte, está en sus salsas, que elaboran ellos mismos, y en el pan especial con el que preparan sus bocadillos. Si a ello se añade el cariño, «la excelente calidad» de lo que sirven y el precio asequible de los platos y combinados de su carta es fácil entender que no haya uno solo cordobés que no conozca este local.

Y ahí siguen Rafael y su mujer, preparados para hacer frente a las bodas de oro de sus perritos calientes.