Volver a clase cada septiembre es un reto. Más aún cuando atraviesas esa edad en la que tu mayor preocupación es cuánto habrán crecidos tus compañeros o si podrás seguir sentado junto a tu mejor amigo. Este comienzo es diferente. Los nervios están a flor de piel, no han pasado dos meses, sino medio año. Los compañeros no han crecido, han cambiado y, con ellos, todo lo que antes conocían por escuela, todo lo que recordaban de volver a empezar.

[Las últimas noticias sobre la vuelta al cole]

En la mañana de este martes se han incorporado a las aulas de los institutos cordobeses los estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), Bachillerato, Ciclos Formativos, Formación Profesional Básica y Educación Permanente de Adultos. Cada centro escogió su horario de inicio, con el objetivo de ir tanteando las medidas de seguridad y prevención impuestas para evitar posibles contagios por covid-19.

A las 10.00 horas se incorporaron los primeros grupos de cuarto de la ESO al IES Tablero. Minutos antes, los chicos y chicas esperaban en la puerta para poder acceder al patio donde serían llamados uno a uno para entrar definitivamente en el edificio. Llama la atención dos chicos por estar especialmente apartados del resto. Antonio y Alberto, estudiantes de cuarto de la ESO, estaban realmente preocupados por el comienzo de curso. «No queremos volver a tener que dar las clases desde casa. Nos vamos a esforzar porque así sea. Aunque eso implique estar separados del resto y tomar todas las medidas que haya que tomar». Sorprende su madurez y su responsabilidad y contrastaba con la de algunos de sus compañeros que reían, se abrazaban, se reunían como si nada pasara, como si la adolescencia fuera inmune a la pandemia.

A las 11.00 horas accedían al IES La Fuensanta los estudiantes de Formación Profesional. Ansiosos por retomar su formación, especialmente la práctica, que ha estado en pausa todo este tiempo. Explicaban Inma y Javier que «la formación profesional tiene poco sentido si no se trabaja presencialmente». En su caso, estudian dietética y carpintería y cuentan que fue muy difícil seguir las clases desde casa. En La Fuensanta las colas de chicos y chicas rodeaban el edificio principal en todas las direcciones y estaban ordenados en fila. Eran llamados uno por uno y una nueva norma sorprendía e hizo tener que dar media vuelta a más de uno: nada de bicicletas ni patinetes eléctricos en el recinto.

Por otro lado, en el IES Séneca, a las 12.00 horas, segundo de la ESO y primero de Bachillerato fueron los primeros en entrar de forma escalonada. En este instituto, la afluencia de alumnos era menor y estaban organizados por colores. Los chicos y chicas estaban expectantes y con muchas ganas de empezar. Todas las actividades de este instituto, desde la entrada, la salida, los recreos, los baños, entre otras, están organizadas según este método: un color para cada curso. Cada centro tiene su propia organización atendiendo a diferentes criterios. El IES Góngora, por ejemplo, ha solicitado la enseñanza semipresencial a partir de tercero de la ESO.