«Me siento completamente agotada física y emocionalmente. Cuido de mi madre a diario con un ictus y ella vive de la cama al sillón y de este a la cama. Es una dedicación plena las 24 horas», explica Loli Medina, que es todos los días madre, esposa y ciudadora de sus padres desde hace siete años. Ella tiene 53.

Para las personas que están viviendo esta situación es el proyecto que tiene en marcha Cruz Roja en Córdoba, que trata de aliviar el desgaste físico y emocional que suelen sufrir quienes se encargan de cuidar de forma habitual a personas mayores dependientes mayores de 65 años. El proyecto Apoyo temporal a familias con personas a su cargo ha beneficiado en lo que va de año a 23 familias en la ciudad de Córdoba. En todos estos casos, excepto uno, son mujeres las que cuidan a sus mayores y la edad media es entre los 50 y los 65 años.

En el caso de Loli Medina, son siete años de cuidadora habitual, puesto que comenzó con su padre que padecía alzhéimer y ahora atiende a su madre. «Mi vida es distinta desde que cuento con la ayuda de la Cruz Roja. Me ofrecen clases de apoyo mental y físico como, por ejemplo, una sesión de reiki y vuelvo a casa con la espalda como nueva», afirma esta veterana cuidadora.

Uno de los «alivios» de la Cruz Roja para los cuidadores es ofrecerles estrategias y técnicas para el manejo del estrés, a través de talleres de relajación y ayuda mutua o como el que tuvo lugar ayer en la Casa Ciudadana en Lepanto de enseñarles a cómo mover a sus mayores para prevenir enfermedades por inmovilidad y evitar también en los cuidadores daños por posturas inadecuadas al moverlos por el exceso de peso.

«Muchas de las cosas que me proporciona Cruz Roja para cuidar antes de mi padre y ahora de mi madre parecen pegos, pero son fundamentales como una silla para la bañera u otra para hacer sus necesidades o el almohadón antiescaras», comenta Loli.

Todos esos pegos, como dice Loli, le hacen la vida mucho más fácil a la hora de cuidar a su madre como poder llevarla al baño y asearla «sin destrozarse la espalda» o como el cojín que ayuda a que las escaras no vayan a más en un cuerpo con casi nula movilidad.

A parte de esta ayuda material, hay otra que ofrece Cruz Roja que para Loli Medina es más que fundamental, el poder salir unas horas a la calle una vez a la semana. «Viene una voluntaria para quedarse en casa con mi madre unas horas para que yo pueda salir a la calle y eso me da la vida», asegura esa cuidadora cordobesa.

El voluntariado de Cruz Roja desarrolla en los hogares de las personas dependientes desde la mera compañía hasta el apoyo a la movilidad dentro de la vivienda, pasando por la orientación espacio temporal, el ocio y la ayuda a la adquisición de habilidades.

«Es una barbaridad lo que estoy pasando, porque padezco fibromialgia y me duele hasta el pelo. A mí madre muchos días tengo que darle de comer con las manos engarrotadas. Desde luego, ellos (los voluntarios de Cruz Roja) son mi vida, mi apoyo», reconoce emocionada.

Como ella, otras veintidós familias se encuentran en la ciudad de Córdoba dentro de este proyecto. No todos los casos son iguales, pero en todos hay una constante dedicación las 24 horas del día y precisan, según la Cruz Roja, que los ciudadores reciban cuidados.

La Cruz Roja anima tanto a hacer uso de este servicio como a colaborar con ellos a través del voluntariado.