Eran las 22.30 de la noche del 4 de mayo cuando Candela (la víctima de la estafa, una cordobesa de mediana edad, prefiere no dar su nombre) recibió un aviso a través de Segurcaixa alertándole de que acababa de realizar dos reservas de viviendas turísticas de Airbnb por internet y le informaba de un doble abono en su cuenta. Leyó el móvil mientras conducía de vuelta a casa y, extrañada, se detuvo en un aparcamiento. Hacía un mes que había reservado un hotel para una escapada con su pareja y, confundida, pensó que era eso, así que comprobó en su cuenta online a qué correspondía el cargo. Allí descubrió que la plataforma de viviendas turísticas Airbnb le acababa de cargar dos reservas por importe de 578 euros cada una.

«Pero si he estado trabajando, ¿qué es esto?», pensó, y rápidamente buscó en internet el número de La Caixa. Allí le confirmaron que se habían producido dos cargos y le informaron que no se podían anular, aunque podían anular la tarjeta para evitar nuevos cargos y, tras presentar denuncia, reclamar la devolución a través del banco. Había cobrado hacía unos días y, de golpe y porrazo, se quedaba con 1.200 euros menos en la cuenta, dinero con el que contaba para realizar sus gastos del mes. Aún aparcada en el coche, realizó la primera llamada a Airbnb para saber qué estaba pasando, pero sus explicaciones parecían caer en saco roto. «Dígame su correo electrónico», le pidió el telefonista, que le informó que no había ningún usuario en la plataforma con ese correo ni tampoco con su número de teléfono o su nombre. No fue hasta la tercera llamada cuando una joven, con acento extranjero, comprendió que estaba pasando algo raro y que Candela podía haber sido víctima de una estafa.

Tras una larga conversación, ella le informó de que en algún lugar del mundo alguien había realizado dos reservas a su nombre para dos apartamentos en Australia para las mismas fechas y que, minutos después, habían sido anuladas sin derecho a reembolso, por lo que se le había cargado el dinero en cuenta. El caso fue trasladado al departamento de seguridad para que lo investigara cuando daban las doce de la noche en el reloj de Candela, hora en la que empezaba el día de su cumpleaños. «¡Menudo regalazo!», se dijo, y colgó el teléfono. Agotada tras hora y media de conversación telefónica, se fue a la cama. A la mañana siguiente, el departamento de seguridad de Airbnb le informaba de que, efectivamente, se había registrado un movimiento fraudulento y la empresa había procedido al reembolso completo de las cantidades estafadas. El dinero reembolsado podía tardar hasta 15 días en hacerse efectivo, pero solo tardó dos, el 7 de mayo ya podía disponer de él. La estafa había sido frustrada con éxito.

Pese a todo, a Candela le quedaron dudas sobre cómo ocurrió la estafa y, aunque ha consultado en varias ocasiones a la empresa, a través del teléfono y vía e-mail, aún no ha recibido respuesta.

«El problema es que, cuando creas perfiles online con tus datos, la información queda ahí colgada y, si alguien entra y jaquea la página, puede usarla como si fueras tú», afirma. Por si acaso, ha cambiado de tarjeta y ha acudido a la Policía para presentar una denuncia por lo ocurrido, para que se investigue el origen de la estafa y conste de cara a futuros casos. «Este cumpleaños no se me va a olvidar en la vida», sentencia Candela, «de momento, las vacaciones de verano las reservo en una agencia, le he cogido un poco de miedo a internet».