-¿Cuándo entró en la Policía?

-Aprobé las oposiciones en mayo del 73 y tomé posesión el 13 de mayo del 74.

-Le pilló toda la Transición en sus inicios.

-Todo. En 1974 todavía estaba Francisco Franco.

-Y el cambio de «los grises» a la Policía Nacional.

-Claro, porque yo pertenecía al Cuerpo General de Policía, lo que antes era la Policía Secreta. Luego nos cambiaron el nombre a Cuerpo Superior de Policía y en 1986 vino la unificación con el cuerpo de Policía Armada en lo que somos ahora mismo, Cuerpo Superior de Policía.

-¿Cuánto tiempo ha sido jefe de la comisaría de Córdoba?

-Tres años menos dos meses.

-¿Cómo calificaría este tiempo? ¿Comparte la idea que siempre se difunde de que Córdoba es una ciudad tranquila?

-Vamos a ver. No es que lo dicen, es que Córdoba es una ciudad tranquila y muy segura. Era tranquila cuando yo llegué, ha seguido tranquila mientras yo he estado y sigue siendo segura y tranquila, aunque hay que partir de la base de que la seguridad cien por cien no existe. Y en el tiempo que yo he estado aquí, desde el punto de vista profesional, he conocido a muchos profesionales muy buenos, muy trabajadores, que han dado todo lo que han podido y más. Y la época mía aquí ha sido muy buena, se han hecho unos servicios muy buenos, tanto en Policía Judicial como en seguridad ciudadana. La verdad es que me he ido muy contento.

-Pero eso no quita que no haya habido dificultades. ¿Recuerda algún momento delicado?

-Hombre, delicado... A pesar de que durante los ocho años que estuve de jefe de Seguridad Ciudadana en Sevilla y tuve que hacer ocho semanas santas, ocho ferias, ocho navidades, muchos partidos de alto riesgo, o sea, dispositivos importantes de todo tipo, a mí me preocupó mucho cuando anunciaron el cambio del itinerario de las procesiones de Semana Santa y que pasarían todas las hermandades por la Mezquita Catedral. Era un cambio brusco y muy delicado. Eso sí me preocupaba, porque son callejitas muy pequeñitas, pero siempre se ha dicho que, cuando el Domingo de Ramos va bien, la Semana Santa va bien. Y el Domingo de Ramos fue bien.

-También recordará algún momento reconfortante, ¿no?

-Ha habido muchos. Pero recuerdo uno, hace dos años, que se puso de moda en Andalucía reventar los cajeros automáticos con explosivos. Sobre todo, en polígonos industriales. Nos estaban dando en Málaga y en Granada y nos hicieron uno en Córdoba. Y al poco tiempo dieron otro en Córdoba. Entonces nos pusimos en contacto con las otras provincias y, gracias a unas gestiones que se hicieron aquí desde la Policía Judicial, se pudo identificar el coche, a uno de los autores y tirando del hilo se localizaron. Residían en Marbella y conseguimos detenerlos con la colaboración de Madrid y Málaga. Y la Brigada de Seguridad Ciudadana hizo dos servicios espectaculares que consiguieron desarticular una banda itinerante de georgianos que robaban en viviendas. Eso te da mucha alegría.

-Durante su periodo de comisario jefe en Córdoba se han sucedido varias situaciones que no se han visto resueltas. La principal, la de las nuevas comisarías.

-Esa es una de las cosas en las que, cuando yo llegué aquí, me impliqué. Pero no eran dos comisarías. Era quitar la de Campo Madre de Dios y haber ubicado una nueva. Era la ilusión que teníamos todos. Entonces, donde estaba el Palacio de Justicia, al principio era un edificio del Cuerpo Nacional de Policía, pero hace muchos años hubo una cesión y ya no se pudo recuperar. Hubo muchas reuniones. A mí, cuando me dijeron lo de las dos comisarías, dije, señores, vamos a hacer una en condiciones. Propuse la de calle Manolete, donde se podía haber hecho una mini jefatura con dos plantas subterráneas para los coches y tres hacia arriba para dar cabia a Figueroa y Campo Madre de Dios y en la parte de debajo de Fleming hacer una oficina de denuncias en condiciones y no harían falta dos comisarías. Pero, vamos, que los terrenos ya los tiene el Ministerio del Interior. Ahora ya solo falta el dinero y que se empiecen.

-También se quejaban los sindicatos de la falta de personal.

-Es un tema de difícil solución porque aquí nos hemos ido jubilando o moviendo y ha habido unos años en los que las promociones eran muy cortitas, así que era muy difícil que las vacantes se pudieran cubrir. Decían que para el 2020 o 2021, que ya empiezan a salir las primeras grandes promociones, Córdoba iba a notar una inyección muy grande. Sin embargo, yo puedo decir que ya estaba aprobado que vengan para junio 28 policías y 3 oficiales. 31 funcionarios de Policía en Córdoba es una gran inyección. Y la mayoría de ellos son cordobeses y vienen para quedarse.

-No han sido pocas las protestas por la equiparación salarial con otros cuerpos.

-Hombre, no cabe la menor duda de que las organizaciones sindicales tuvieron unas negociaciones con el Ministerio del Interior y se ha conseguido paliar en algo la situación. Yo hablaba con los compañeros y les decía que a mí personalmente sí me gustaba el acuerdo que se había firmado, aunque me he jubilado. Pero luego hay que leer la letra pequeña y en ella, si se habla de que habrá una equiparación de un 3, 4 o 5%, pero va a ser lineal la subida para todos los funcionario y que al Cuerpo Nacional de Policía le ponen, además de la equiparación, un 5% y a los mossos le dan un 6%, pues seguimos en las mismas. Eso es una cosa que se tenía que haber resuelto. ¿No cobramos todos de los Presupuestos Generales del Estado, por qué puede haber esa diferencia? Es que no puede ser que un policía local de un pueblo cobre más que un policía local de Córdoba. Por qué un mosso de escuadra, que también cobra de los Presupuestos Generales del Estado, gana 800 euros más que un policía nacional o que un guardia civil.

-Acaba su trayectoria profesional en la Policía y da el salto a la política. ¿Por qué?

-Hay una cosa que es meridianamente clara. Yo llevo 46 años trabajando en la Policía, con varias responsabilidades, y creo que es una experiencia en materia de seguridad que creo que eso lo puedo aportar en la candidatura, que es la del Partido Popular. Por qué, pues porque me he jubilado y, cuando uno llega a la jubilación, te mandan un papelito y te dicen que te vayas a tu casa. Yo creo que debería haber una opción, como tienen en la judicatura, los médicos y otras profesiones para que se pueda prorrogar algún tiempo. Cuando me llamaron desde el Partido Popular pensé que puedo aportar mi experiencia a la política y al Ayuntamiento de Sevilla. Tengo ganas, tengo ilusión y tengo fe en el proyecto de mis compañeros.

-Es usted el segundo comisario que hace ese mismo camino, ya lo hizo Federico Cabello de Alba, y al mismo partido.

-Sí, al mismo partido. A mí me gusta hablar muy clarito. Yo he estado aquí tres años y los que he estado en Sevilla y nadie me habrá visto ni en la caseta del Partido Popular, ni en la del PSOE, ni en ninguna caseta. Yo no me he significado nunca. Yo soy un profesional de la Policía y lo que me ha gustado ha sido mi trabajo. Hoy (por el viernes) tengo una comida de despedida de unos amigos a Emilio Aumente, concejal de Seguridad Ciudadana, que es del PSOE, y vengo desde Sevilla.

-¿Dónde cree que será más difícil su día a día, en la Policía o en la política?

-No cabe duda de que la Policía tiene una cosa buena y es que la conocía. Y la experiencia y la antigüedad es un grado. En la política no conozco lo que es ese mundo, pero somos todos personas, seres humanos, y yo con la mano izquierda soy Morante de la Puebla y con la derecha soy Curro Romero. A mí me gusta hablar y dialogar con la gente. En esto es cuestión de aprender.