La última función de preliminares siempre es una noche en la que la inquietud merodea en el Gran Teatro. Pero la del pasado martes fue un tanto especial, ya que coincidió con el día de San Valentín y, por ello, fue una sesión en la que se mezclaron la inquietud, por la decisión del jurado, y los sentimientos románticos. Dos síntomas del enamoramiento, de amor puro.

En este marco, la chirigota de Eduardo Molero Chache regresó al concurso tras 11 años de ausencia. Con Cantando por arribita, estos mercaderes de alfombras interpretaron un pasodoble en el que recordaron a antiguos componentes de la agrupación.

La primera comparsa de la noche, La oscura riqueza, llegó desde Andújar. La agrupación fue descalificada porque varios componentes se intercambiaron durante el popurrí, incumpliendo de este modo el artículo 5.2 de las bases del certamen.

En el tercer turno actuó la chirigota pontanesa Con el conejo asomando de cuando en cuando. Su tanda de pasodobles combinó una carta de amor hacia el Carnaval y una crítica hacia la situación que viven los jóvenes en España.

Con el ecuador de la función llegó La comparsa del loco, de Miguel Amate y primer premio de la modalidad en el 2016. Su tipo animó a todos a «mirar de frente, aunque te digan loco perdío». Su segundo pasodoble fue una poesía al amor. Acto seguido, llegó otra comparsa. Se trataba del grupo de Pepe Martínez De mis manos a tus sentidos. Desde su taller de artesanía, este grupo interpretó un segundo pasodoble sobre el alzheimer, pero utilizaron como metafóra «una mujer que me besa, pero que no me recuerda». Su repertorio sonó a comparsa añeja, castiza.

La penúltima actuación de la noche correspondió a la chirigota No me toques las palmas que me conozco. La agrupación del Samu criticó la situación actual del carnaval cordobés. Por último, la comparsa de Fernán Núñez Bajo tierra cerró las preliminares con una actuación de fuerza.