En la actualidad son octogenarios o nonagenarios. Son el testimonio vivo de un país que ha sufrido durante el último siglo algunos de los peores episodios de su historia. Durante la contienda civil y la posguerra formaban parte del colectivo más vulnerable. Eran los niños de la guerra y sufrieron todas las desdichas que esos tres años fatídicos supusieron para el país y vivieron también las consecuencias que dejó. Una posguerra de carencias extremas. Ahora, con esta pandemia de coronavirus coronavirusque asola el mundo, vuelven a pertenecer al colectivo más vulnerable. El de los mayores, que, con patologías propias de la edad, son blanco fácil de esta invasiva enfermedad.

Vivieron aquello y están viviendo esto. Sus miedos ahora son distintos y se centran más en sus hijos, sus nietos y sus bisnietos que en ellos mismos, porque la mayoría reconocen que «ya tenemos una edad», pero a ninguno y a ninguna le tiembla la voz al hablar de lo de ahora y de lo de entonces, la vida les ha preparado de tal manera y les ha proporcionado tal perspectiva que hablan con naturalidad y sin sobresaltarse de ambos momentos.

«Por los que me siguen»

Francisco Vera está a punto de cumplir 92 años y señala que «esto no ha pasado en la vida», porque se acoge a lo que se vino diciendo de que la gripe también mata a mucha gente cada año, «porque para la gripe te pones la vacuna y ya está, pero esto es otra cosa». «Yo no tengo miedo por mí, lo tengo por mi familia, por los que me siguen, yo ya tengo la cuenta hecha», pero se queja de que «nos están asustando demasiado, porque ahora resulta que no tenemos de nada, no hay medicinas para esto. Por lo que veo en la tele, hasta los médicos y las enfermeras se están contagiando también». Pero sobre la guerra, señala «que no tiene comparación, entonces eran las bombas y después la atómica, y ahora llega un bichito y acaba con medio mundo».

«Cuando salimos no llevábamos qué comer y ni una perrilla y hoy tenemos de todo»

María y Luisa son dos hermanas de Posadas (la mayor tiene 92 años y la menor 87). Las dos vivieron la guerra y la posguerra y creen que esto «no tiene nada que ver», porque ahora «estamos en nuestra casa. A pesar de la intranquilidad que tenemos, estamos tranquilas», apunta María. «Entonces, íbamos por los caminos huyendo de los que venían detrás». María señala que «cuando la guerra tuvimos que dejar nuestras casas y ahora estamos dentro, y no nos falta de nada, y estamos apurados porque no sabemos en lo que quedará esto, pero es muy distinto, porque entonces no llevabas nada y te tenías que esconder para que no te vieran, llegábamos a los cortijos y a veces nos podían ayudar y a veces no».

«Cuando salimos no llevábamos qué comer y ni una perrilla y hoy estamos en nuestra casa, tenemos para comer y para comprar lo que necesitemos». Luisa señala que su preocupación «es estar separada de la familia (sus hijos y nietos viven en Francia), pero ahora puedes hablar con ellos por teléfono, sabemos de todos y que están bien, pero entonces el que se iba o le perdías la pista no sabías nada, ni lo que le había pasado». En aquel momento, apunta Luisa, «mataban a las personas a tiros y ahora es con esto, pero son cosas muy distintas». Y reflexiona señalando que «vamos a tener dos recuerdos muy fuertes en nuestra vida».

Evaristo Luján con algunos de sus nietos. / CÓRDOBA

El testimonio de Emilia Fernández, que tiene 96 años, es distinto. Para ella esto «es peor, porque tenemos más miedo porque estamos cayendo todos, porque están muriendo hasta personas que están buenas». Además, reconoce que ella no estuvo mal durante la guerra, aunque tiene muy duros recuerdos de la República. Ahora está viviendo el confinamiento sola en casa, aunque «vienen a traerme la comida todos los días, pero yo no tengo miedo por mí, yo estaré aquí hasta que Dios quiera, lo tengo por mis hijos y mis nietos» y señala que le duele «la separación, porque a unos los tengo en Madrid y a otros en Tarragona, pero por mí no, porque yo estoy muy bien y no tengo enfermedad ninguna».

«El pueblo llano tiene capacidad para superar las adversidades y ésta también se superará»

Evaristo Luján es más joven, tiene 81 años, y aunque es de Posadas, vive en el Parque Cruz Conde, desde donde relata que, desde su punto de vista, la situación es muy distinta. «Porque todavía recuerdo las colas de personas en la calle esperando que les dieran un plato de comida. Por suerte, a nosotros lo fundamental no nos faltó porque mi padre tenía trabajo». «Ahora, hay que estar confinado pero a la gente no le falta el alimento. Es verdad que habrá gente que se quedará sin trabajo, aunque confiamos en que lo puedan recuperar», pero aquello fue, a su juicio, «muy distinto y más duro». Sobre la separación de los hijos y nietos, señala que «hoy con internet, el whatsapp y todas esas cosas estamos en contacto». Después, se muestra convencido de que «de esta vamos a salir, pero en aquella época no había ni los medicamentos más básicos», pues recuerda que su padre murió con 45 años de tuberculosis.

«Difícil de explicar»

Por su parte, el empresario Antonio Deza, que cuenta ya 83 años, señala que es «difícil de explicar lo que siento actualmente». El líder del movimiento Dejadnos llorar, para la recuperación de la memoria histórica de Córdoba, señala que las situaciones «no son comparables». «En los años cuarenta la vida era durísima, se carecía de lo más indispensable, no había nada más que miseria. Aquello era inmensamente peor; otra cosa es que esto se prolongue». Sobre las enfermedades, recuerda también que fue «terrible, la tuberculosis, la sífilis, las chinches, los piojos, era lo más habitual», y recuerda «el racionamiento, hasta del jabón». Reflexiona diciendo que lo que ha pasado ahora es «que esto no nos lo esperábamos, porque se ha luchado tanto en este país con una consigna que todos los padres nos impusimos de que nuestros hijos no pasaran por lo mismo que hemos pasado nosotros que, después de conseguirlo, nadie se esperaba que ahora llegara esto».

Antonio Deza, sin embargo, tiene un mensaje de optimismo basado en «la capacidad que tiene el pueblo español, el pueblo llano, de superar adversidades y esta también se va a superar y saldremos fortalecidos».