Los empresarios de la hostelería pedirán a los gobiernos andaluz y central un rescate del sector, especialmente tras la decisión de cerrar los negocios de ocio nocturno como discotecas y bares de copasocio nocturnodiscotecas como medida para intentar frenar la expansión del covid-19.

En este sentido el presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Córdoba, Francisco de la Torre, ha informado a este periódico de que la decisión de cerrar estos establecimientos debe ir acompañada de «algún tipo de ayuda» al sector y ha recordado que la Federación Andaluza de Salas de Fiesta y Discotecas ya planteó su posibilidad de cierre ante la «asfixia» de estos negocios.

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De la Torre ha señalado que la nueva medida afecta a todo el sector ya que «nos limita de nuevo la actividad económica y llega un momento en el que no podemos seguir de esta forma». Por ello ha anunciado que desde Hostecor y desde la Federación Andaluza de Empresarios de Hostelería vamos a pedir un rescate porque «no se puede seguir ninguneando al sector de esta forma».

Así, el presidente de Hostecor ha explicado que el rescate debe incluir ayudas financieras «sin pedir esas exigencias que antes no se podían ni cumplir», en referencia, por ejemplo, a los requisitos para acceder a los préstamos del ICO o Garántia. Por ello solicitarán que se flexibilicen dichas exigencias con propuestas como que se permita «una simple declaración responsable» en la que cada empresario explique la situación en la que se encuentra.

Además pedirán «volver a la moratoria o suspensión de alquileres, de todo tipo de préstamos o pagos que se tengan que hacer al banco» y ayudas para hacer frente al gasto de los suministros, como el agua o la luz, y al pago de impuestos.

Casos concretos

Juan Francisco Prieto, responsable de la sala Long Rock de Córdoba, una de las que tendrá que cerrar sus puertas, explica que la decisión de no abrir los bares de copas o discotecas, como es su caso, «es una vuelta de tuerca más, la continuidad de lo que se venía haciendo». Prieto considera que «sigue siendo un agravio comparativo» respecto de otros establecimientos de hostelería y critica que las autoridades «en vez de controlar» para evitar contagios «se dedican a prohibir».

Por eso subraya que la mayor reivindicación del sector es «un paquete de ayudas», dado que «hay una responsabilidad patrimonial detrás de una decisión como ésta», puesto que los empresarios tienen que hacer frente a numerosos gastos. De ahí que considere que «si estamos cerrados que por lo menos no nos cueste el dinero».

En cualquier caso Prieto es de la opinión de que «esta medida, a la larga, no a corto plazo, puede ser positiva para nosotros porque creo que es inevitable que haya una contraprestación económica de algún tipo». «Quiero creer» -explica- que «el Gobierno no nos dejará de lado» porque si es así «vamos de cabeza la ruina».

Por su parte Álvaro Jurado, de la Sala Hangar, señala que «estamos estenuados» porque «tenemos que sostener los puestos de trabajo y no sabemos cómo». Relata que «nos quedamos sin trabajo en breve, no tenemos nada que hacer, y los alquileres, la luz, están sobrepasados» mientras que «las ayudas a la hostelería son pocas» y «hay desconfianza» hacia el sector «en todos los sentidos», como por ejemplo, desde «los bancos».

Cree que la decisión de cerrar el ocio nocturno «ahora mismo esto es un mazazo» y destaca que los establecimientos como el suyo «no somos una herramienta de contagio, somos, como otras muchas cosas, puntos donde la gente confluye, al igual que en otros espacios como aeropuertos, autobuses». Por ello es de la opinión de que «si hay un ocio nocturno problemático, que vayan a por él», porque -recuerda- «no somos todos». A pesar de todo, se muestra optimista: «imaginamos que algún día dirán algo» respecto de las ayudas, y mientras «seguiremos como podamos hasta donde lleguemos».

Jesús Fuerte es propietario del café bar El último tango y aunque su licencia no es de discoteca o de bar de copas, les afecta la restricción del horario, «ya que tengo que cerrar a la 1:00 pero a las 12 ya no puede entrar ningún nuevo cliente». Hay que tener en cuenta que este local no tiene terraza y «funciono un poquito cuando la gente va abandonando las terrazas». Ahora, con la nueva situación se está replanteando si cerrar el negocio o mantenerlo abierto.

Hasta el momento «me sentía satisfecho con tener pocas pérdidas, no ya con cubrir gastos, pero ahora no sé qué voy a hacer, sinceramente», más ahora que «la gente está cambiando de hábitos y en vez de quedar en un bar, queda en su casa o en una terraza”.