El coronavirus ha causado mucho dolor desde que hizo su aparición, por la mortalidad que lleva asociada y por la inexistencia de un tratamiento concreto para su curación. Sin embargo, como contrapeso está la felicidad por cada pequeño avance diagnóstico y terapéutico que se consigue, con cada vida salvada. En Córdoba en toda la pandemia se han contabilizado 564 ingresos por covid-19, 76 de los cuales han sido en una unidad de cuidados intensivos, aunque actualmente ya solo quedan cuatro personas hospitalizadas, dos de ellas en UCI.

Precisamente, en la UCI del hospital Reina Sofía permaneció 55 días Antonio Miguel Morales, de 62 años. Este vecino de Miralbaida tuvo que estar luego otros pocos días en planta y otros 17 días ingresado en el hospital Cruz Roja, a donde fue derivado desde el Reina Sofía, para recibir rehabilitación para combatir el déficit de masa muscular tan grande que presentaba y que le impedía tenerse en pie. Pilar Valenzuela, mujer de Antonio, también tuvo que hacer frente al coronavirus, pero sin necesidad de ingreso. Antonio, que es diabético e hipertenso, ya puede andar y comer solo. Su oxígeno está al 100% y el pulmón que se vio afectado está bien.

Cuando Antonio ingresó tosía mucho y no podía apenas respirar. «Aunque había días que tenía miedo por lo que pudiera pasar, Antonio poco a poco siempre fue hacia adelante», cuenta su mujer, que no pudo ver a su marido hasta que no pasó mes y medio después de su ingreso.

Un pulmón artificial

«Desde que entré en la UCI ya no recuerdo nada y cuando me desperté es como si hubiera sido todo una pesadilla. No conocía a nadie. Estaba allí mi hijo Sergio, que me había estado hablando y diciéndome que me despertara, y algunos médicos y enfermeras lloraban al ver que respondía por fin. En la UCI del Reina Sofía me dieron la vida otra vez y en el hospital Cruz Roja también me han ayudado mucho», relata Antonio. En la UCI Antonio tuvo que permanecer intubado y después se sometió a una ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea), siendo la primera vez que en el Reina Sofía se empleaba un pulmón artificial para abordar el covid-19.

El exconsejero del Córdoba CF Antonio Prieto, que también se vio afectado de forma grave por el coronavirus, estuvo entre abril y mayo 35 días ingresado en el hospital San Juan de Dios, de ellos 27 en la UCI y 18 intubado. Antonio, que tiene 55 años, ya hace vida normal, aunque tiene que tomar medicación para contrarrestar las secuelas de la neumonía bilateral que sufrió, así como un anticoagulante para evitar la posible aparición de trombos y realizar rehabilitación.

Antonio Prieto, con su mujer, Paula Badanelli, en el hospital San Juan de Dios.

Durante su hospitalización Antonio Prieto perdió 14 kilos, sobre todo masa muscular. «Necesitaba ayuda para todo, por lo que la rehabilitación, para la que conté con la ayuda de Alfonso Cosano, fisioterapeuta de San Juan de Dios, ha sido fundamental. Incluso metió una bici estática en el box de la UCI», destaca Prieto. «El coronavirus piensas que siempre va a ser cosa de otros. No recuerdo ni haber entrado en la UCI. Para mí lo más duro es poder haber hecho sufrir a mis seres queridos. Me siento profundamente agradecido a todo el personal sanitario del hospital, aunque a muchos solo los conocía por los ojos, debido a los equipos de protección. Siendo un momento muy doloroso, te reconforta saber que son unos buenos sanadores, con una gran calidad humana», expone. Por suerte, su mujer, Paula Badanelli, que también pasó la enfermedad, solo presentó síntomas leves y no necesitó hospitalización.

Una familia de Baena

Los contagios por covid-19 entre personas cercanas están siendo frecuentes. Josefa Herenas, vecina de Baena de 74 años, no sabe cómo contrajo el covid-19, aunque su hijo Carlos imagina que a lo mejor el que se infectó primero fue su padre, cuando estuvo ingresado a inicios de marzo en el hospital de Cabra. Josefa estuvo tres semanas hospitalizada en el Infanta Margarita, sin la compañía de nadie, y luego otras dos semanas más sola, aislada en su casa. Sin embargo, cuando todo parecía ir mejor, a Josefa le salió un trombo en una pierna, que podría ser un posible efecto del coronavirus, y tuvo que ingresar de nuevo. Además, como su marido y su cuñada (que vivía en la casa de este matrimonio), habían dado positivo en la prueba, aunque estaban asintomáticos, Josefa se tuvo que ir a casa de otro hijo. Su hijo Carlos sospecha que también ha pasado la enfermedad, porque tuvo todos los síntomas. Carlos resalta que el coronavirus no le ha causado daño pulmonar o en los riñones a su madre, pero sí ha deteriorado aún más su movilidad, ya que de desenvolverse antes con un andador, ahora requiere silla de ruedas.

La familia Bernal Herenas, de Baena, que ha sufrido las consecuencias del coronavirus.

No le han quedado secuelas, tras enfrentarse al coronavirus, al cordobés Alfonso Reyes, presidente de la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP) y que fue internacional como su hermano Felipe Reyes. Alfonso estuvo una semana ingresado en el hospital Puerta del Hierro de Madrid y recalca que este virus no respeta ni la buena condición física ni la edad. «Me ingresaron por una neumonía bilateral, pero creían que respiraba bien, al principio no parecía apreciarse la gravedad», indica. Alfonso no ha sido el único miembro de su familia en enfrentarse a la experiencia de afrontar el coronavirus. Se vieron afectados tres tíos suyos y un primo, aunque unos viven en Madrid y otros en Córdoba.

Uno de los tíos de Alfonso Reyes estuvo un mes ingresado en el Reina Sofía. Pero, tras el alta, este tío de Alfonso, aunque no presenta secuelas significativas, sí está tratándose de una dolencia urológica que aún no saben si guarda relación con la infección por covid-19. Y Javier, primo hermano de Alfonso, que vive en Madrid, también tuvo que acudir a un hospital para ser tratado por el virus, aunque afrontó la recuperación aislado en casa. «Los primeros días solo podía ir de la cama al sofá o al revés. Me sentía mal a todas horas, perdí el olfato, el gusto y sentí durante casi 20 días un picor molesto por todo el cuerpo. Además, una de las secuelas que deja esta enfermedad es la ansiedad y lo vulnerable que te sientes por lo que queda por saber del coronavirus», añade Javier.

Alfonso Reyes, en una foto de archivo antes de enfrentarse al coronavirus.