Mucho se viene hablando estos días de las actividades esenciales que se pueden y deben seguir llevando a cabo para que la subsistencia de un país enclaustrado por fuerza mayor como es la pandemia del coronavirus esté garantizada. Desde el primer momento, las autoridades competentes tuvieron claro que la alimentación de la población no debería faltar y se garantizó (promesa hasta ahora cumplida) que los artículos de primera necesidad, los que son fundamentales para que los hogares pudieran seguir funcionando, estarían puntualmente en las estanterías.

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Pero para que esa premisa se cumpla son necesarios muchos eslabones de una larga cadena de trabajadores y empresas. Y uniéndolas a todas, las del origen del producto y las de los lineales de los supermercados, está el transporte. Los camioneros son el cordón umbilical que hace posible que el flujo de la subsistencia no decaiga.

Una de las grandes empresas que está haciendo posible este suministro es la cordobesa Transportes Sierra Morena, una sociedad cooperativa de camioneros que ha tenido en permanente actividad los 70 vehículos propios (de socios y agregados) y ha visto como en los momentos iniciales de la orden de confinamiento se tuvo que reforzar la flota, hasta los 130 camiones, y echar horas de más para poder atender la demanda. “En esos primeros momentos, cuando la gente empezó a comprar para guardar, por la locura de acaparar, aquí, en el área de logística, no dábamos abasto”, explica José Salido, gerente de la entidad, que además señala que aunque se recomendó desde el primer momento el “teletrabajo, aquí es imposible, son muchas las cosas que hay que atender y muchos los profesionales que hay en la carretera como para poder atenderlos desde el móvil o con los medios que uno tiene en casa”. Transportes Sierra Morena es una empresa que abastece desde hace dos décadas a los supermercados de Mercadona, pero también trabaja con Pastas Gallo, Migasa y otras grandes empresas de distribución que hacen que los conductores de su flota crucen, al menos un par de veces por semana, todo el territorio nacional.

Dos de estos ejemplos son Antonio Marqués, que tiene 56 años y lleva más de 30 de camionero, y José Luis Alonso, que tiene solo 26 y apenas 5 en una profesión que también ejerció su abuelo, su padre y su hermano.

Antonio Marqués, que tiene 56 años y lleva más de 30 de camionero. FOTO: CÓRDOBA

El primero de ellos se encontraba ayer en Cantabria, desde donde nos cuenta que estos días están siendo especialmente complicados sobre todo porque en el trayecto echan en falta disponer de áreas de servicio abiertas, donde poder asearse o tomar un café, porque “para la comida voy preparado, me traigo de casa los tupper, y como tengo un infernillo, que he vuelto a usar después de muchos años, pues puedo comer caliente”. Y es que solo algunos puntos en las autovías dejan abiertas sus instalaciones para dar cobertura a estas necesidades de los profesionales de la carretera. “Yo, para poder asearme llevo una garrafa de 30 litros de agua en el camión”. Pero reconoce que en los lugares destino, en las grandes superficies o almacenes, suelen aprovechar los aseos o disponen de lugares para ello. Antonio explica que sí se han endurecido las medidas sanitarias en los puntos de carga o descarga, existiendo lugares donde dejan el camión en el muelle que le corresponda para que lo descarguen o lo provean de mercancía y el conductor no accede a las instalaciones. En otros lugares, donde sí participan en la carga y descarga “pues nos dan los guantes, las mascarilla y todo lo necesario para hacerlo”, pero señala que a la hora de entrar a firmar los albaranes a las oficinas, "yo suelo utilizar mi propio bolígrafo” y añade que “intento tener cuidado, que luego tengo que volver a casa con mi mujer y mis dos hijos”.

José Luis estaba ayer en Zaragoza, después de haber subido con una carga desde Antequera, y señala que al principio “la gente se volvió loca, pero ahora ya parece que está más tranquila”, aún así, añade que “estos días están siendo durísimos, porque no tenemos el servicio que deberíamos, sobre todo en aseo y comida”, porque el suministro de gasoil no les ha faltado, y “hoy, por lo menos, me he podido tomar un café de máquina”, porque la comida señala que se la lleva desde casa, “aunque como frío todos los días, al menos es casera”, porque, eso sí, reconocen ambos conductores que hoy “los camiones están muy bien preparados” tanto para poder conservar los alimentos, como para el descanso. Sobre los destinos a los que llega, José Luis señala “que hay sitios donde antes de entrar a descargar nos toman la temperatura y, como es normal, tenemos que entrar con las mascarillas y los guantes”, pero reconoce que no suelen tener mayores dificultades.

Ayer apuraban el tiempo para cargar de nuevo sus remolques con la intención de que no falten en los hogares españoles las vituallas y artículos fundamentales, ahora que todas las familias comparten horas interminables de hogar. Todas menos las suyas, que siguen esperándolos todos los fines de semana.