En Cataluña, como en casi cualquier parte del mundo, el catalán puro no existe o es minoritario. La mayoría de la gente tiene sus orígenes, más o menos remotos, en otros lugares. La inmigración andaluza es uno de los ingredientes que definen a una parte de la población catalana. Quienes viven en Cataluña, pero han nacido fuera, en Córdoba por ejemplo, también participan del debate abierto en el lugar en el que habitan, la mayoría desde la preocupación. Por más años que hayan pasado fuera de su ciudad natal, tienen el corazón partido y se resisten a que nadie les haga elegir si son más de aquí o más de allí. Otra cosa son sus hijos, muchos de ellos nacidos en Cataluña, entre los que el sentimiento nacionalista parece haberse arraigado de un modo más profundo. Su reflexión, basada en el sentido común, arroja luz a la opacidad en la que se mueven los argumentos de nacionalistas de uno y otro color. Porque en cuestiones como la identidad, son los matices los que acaban marcando las diferencias.

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