Córdoba marcó el pasado jueves la temperatura más alta registrada en el observatorio del aeropuerto de Córdoba en un mes de diciembre. El termómetro llegó a 23,8 grados a las 16.20 horas. Este récord es uno más de los alrededor de cuarenta que se han contabilizado en la capital cordobesa en los últimos cinco años, siendo a partir del 2015 cuando se han registrado las efemérides anuales de récord. El pasado año fue el más cálido de la serie histórica, con una temperatura media de 19,45 grados y el 13 de julio se llegó a 46,9 grados, máxima de España en los observatorios principales de la Aemet hasta ahora (en Montoro se llegó a 47,3). Además, se registró el mes con las precipitaciones más reducidas (0 litros en septiembre). Los otros máximos históricos se dieron en julio del 2015, que fue el mes que marcó la media de las máximas más alta, con 40,3 grados, y la temperatura media más alta en un mes, con 30,5 grados.

Pero en estos últimos cinco años también se han superado umbrales mensuales. Marzo del 2018 hubo 23 días de lluvia; agosto no contabilizó precipitaciones y ese mismo mes se dio la temperatura media de las máximas más elevada, con 39,1 grados y la temperatura media más alta (30 grados). Incluso, el calor se extendió a septiembre, con una media histórica en ese mes de 26,7 grados. A la hora de buscar justificaciones de este cúmulo de valores extremos en tan poco tiempo, el portavoz de la Aemet en Andalucía Occidental, José María Sánchez, aseguró ayer que los efectos del cambio climático «se están produciendo, como sucede a nivel global». «La subida de las temperaturas que se está produciendo en toda España es mucho más elevada de la que se estima globalmente», añade. Además, asegura que los efectos se está «acentuando» en los últimos años. «La desaparición de los hielos del Ártico provoca que en Europa haya inviernos muy fríos y veranos calurosos», señala. El portavoz de la Aemet señala que en Córdoba se están produciendo unos años «muy calurosos», a pesar de que no ha habido incidencia del fenómeno de El Niño. «El Mediterráneo y Andalucía están en una zona especialmente delicada. Los modelos climáticos dicen que a partir del 2040 se notarán más esos cambios», explica. Respecto a las medidas a tomar para atenuar las consecuencias del cambio climático, José María Sánchez indica que «no sé si tenemos tiempo para cambiar». «Lo peor de todo es que sabemos lo que ocurrirá dentro de cien años con la evolución que estamos siguiendo, pero la gente no se conciencia suficientemente del cambio climático», remarca.

EFECTOS EN EL CAMPO / El profesor Julio Berbel, catedrático del área de Economía, Sociología y Políticas Agrarias de la Universidad de Córdoba, explica que los últimos escenarios que se están planteando sobre el cambio climático reflejan que «no habría una bajada de precipitaciones en el Mediterráneo, pero sí un aumento de las temperaturas, que traería una mayor evaporación». Berbel precisa que, aunque llueva lo mismo, «nos encontraríamos con esa mayor evaporación, lo que incidiría en los cultivos, que necesitarían más agua». Berbel recuerda que el Ministerio de Agricultura, en la confección de los planes hidrológicos contempla ya una disminución del 8% de recursos en las cuencas como consecuencia de la evaporación. El catedrático cordobés considera que esta disminución del 8% es una previsión «muy conservadora», pues en el regadío puede llegar hasta el 15%.

Julio Berbel piensa que las consecuencias se trasladarán a los cultivos, afectando a los distintos aprovechamientos u obligando, en algunos casos, a modificar las variedades de cultivos leñosos. «Hay que tener en cuenta los efectos de plagas y enfermedades, que la subida de temperaturas afectará a cultivos que requieren más frío, por lo que habrá que cambiarlos. Habrá menos heladas y los cítricos podrían cultivarse en zonas más altas del Guadalquivir». Las labores agrarias también sufrirán efectos. «Con veranos más extremos se tendrá que sembrar antes para huir de las elevadas temperaturas de julio o agosto y habrá que buscar en el olivar variedades que requieran menos frío», señala.