La Judería es más que un barrio de Córdoba, una forma tangible de sentir y vivir la historia de occidente, un patrimonio universal que forma parte del imaginario colectivo. Y no solo en la ciudad, sino en cualquier rincón del mundo. Este barrio, que toma su nombre de la comunidad que lo habitó en época medieval, concentra entre sus calles gran parte de la memoria de Al-Andalus, de una etapa en la que musulmanes, cristianos y judíos convivían con sus diferentes credos, a veces de forma pacífica y otras no tanto. Pero, además, es el reflejo de los cambios sociales, culturales, políticos, económicos y religiosos de la ciudad a lo largo de los siglos.

Sus límites geográficos son difíciles de establecer y por extensión la Judería hace referencia al centro histórico de Córdoba, al espacio catalogado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, presidido por el monumento más emblemático e internacional de Córdoba, la Mezquita-Catedral. Este templo tiene su origen en el siglo VIII, cuando el emir Abderramán I, perteneciente a la dinastía omeya y nacido en Damasco, manda construir la mezquita aljama y sienta las bases del estilo arquitectónico del templo, toda una revolución para la época, que marcará un antes y un después en la historia de la arquitectura universal. Con él se levantan las primeras 11 naves del templo.

Después vendrían las ampliaciones y modificaciones de Abderramán II y de los califas Abderramán III y Alhakén II, bajo cuyo mandato se construyen la espectacular maqsura y el mirhab, suntuosamente decorado por artesanos traídos de Bizancio. La última ampliación islámica, la que le da al templo sus dimensiones actuales, será la de Almanzor. Tras la conquista de Córdoba a manos de Fernando III el Santo, la Mezquita pasa a ser templo de culto católico y a partir del siglo XV se llevan a cabo las obras de adaptación al nuevo culto. Así, en el siglo XV se realiza la primitiva Capilla Mayor, capilla que a partir del XVI se situará en su ubicación actual, en el crucero, tras las reformas iniciadas por Hernán Ruiz I.

Riqueza monumental

Este barrio es el más monumental de Córdoba y, junto a la Mezquita-Catedral y en sus inmediaciones, hay un considerable número de edificios históricos. Entre ellos se encuentra el palacio episcopal, el antiguo alcázar andalusí, residencia de los emires, que estuvo unido a la Mezquita por un pasillo elevado llamado sabat que fue derribado en el siglo XVII. Este edificio ha sido residencia de los obispos de Córdoba desde el siglo XIII hasta finales de la década de los 70 del pasado siglo, cuando se trasladó al Seminario de San Pelagio. Justo al lado del palacio episcopal se encuentra el antiguo hospital de San Sebastián, del siglo XVI, sede del actual Palacio de Congresos, y que conserva una espectacular fachada proyectada por Hernán Ruiz I.

En dirección a la Axerquía encontramos otra gran obra de esta familia de arquitectos, el palacio de los Páez de Castillejo, actual sede del Museo Arqueológico y situado en los límites del centro histórico. El museo alberga una excelente colección de piezas que recorren la historia de Córdoba, y junto a ellas conserva, en el subsuelo, los restos del teatro romano de la ciudad, del siglo I, el mayor que hubo en Hispania.Muy cerca de allí, en Rey Heredia, descubrimos un antiguo palacio del duque de Medina Sidonia, y un poco más adelante, en la calle Encarnación, un convento cisterciente el siglo XVI.

Al otro lado de la Mezquita-Catedral, en la Judería, están otras de las joyas de la ciudad, como la Sinagoga, única en Andalucía y la tercera de las mejor conservadas de época medieval de toda España. Construida en 1314, sirvió de templo hasta la expulsión definitiva de los judíos un siglo más tarde. Y tras ellas, las murallas, de origen romano, aunque han sufrido numerosas transformaciones a lo largo de su historia.

La lista de bienes y monumentos es larga. Palacios, templos, cenobios, casas señoriales, baños públicos, el antiguo hospital del Cardenal Salazar que hoy alberga la sede de la Facultad de Filosofía y Letras, la capilla mudéjar de San Bartolomé... Todo en este entorno tiene una profunda historia y aquí nada surge al azar. Es la Córdoba universal que mejor encarna su espíritu inquieto.