Cataluña y Franco. Quizá pensiones. Quizá la crisis-desaceleración en ciernes. Y poco más. Córdoba afronta una nueva campaña con la certeza de que los temas con acento cordobés quedarán orillados ante los grandes problemas y eternos debates de España. Además, la bomba de relojería de Cataluña, activada con la sentencia del procés, complica la situación y la hace más imprevisible, sobre todo para quienes ostentan el gobierno en funciones, que son, a la postre, los que deberán tomar las decisiones.

En las elecciones del pasado mes de abril, la dialéctica izquierda-derecha y la previsible entrada de Vox en el Congreso polarizaron el discurso político. Seis meses después, el partido de Santiago Abascal tiene presencia en casi todas las instituciones y es poco previsible que en la izquierda, PSOE y Unidas Podemos acudan al argumento de la confrontación después de haber demostrado en verano su incapacidad para llegar a un acuerdo. La derecha también se recoloca y modula el mensaje: el PP lo modera, Cs lo flexibiliza y Vox, bueno Vox, no lo cambia.

Por ahora, y aunque los partidos políticos aún no han cerrado sus agendas, ha ocurrido ya como en la precampaña del 28-A: los líderes nacionales han visitado Córdoba los días previos al periodo propiamente electoral. El primero en hacerlo fue Pablo Casado, el candidato del PP, que habló de economía en el Palacio de Congresos el 5 de octubre. Los populares moderan mensaje y exhiben su experiencia ante las crisis poniendo el acento en la gestión, para diferenciar el mensaje de sus competidores directos, Cs y Vox, ambos sin apenas experiencia de gobierno.

Después fue el turno del candidato socialista Pedro Sánchez, que el 8 de octubre se dio un paseo electoral por el centro. No hubo mensaje político, solo selfies y charlas informales con los ciudadanos que se acercaron a verlo.

Por último, Santiago Abascal que el miércoles pasado volvió a hacer pleno en el Palacio de Congresos, donde llenó el salón de actos (algo que no logró Casado), además de los dos patios del inmueble, donde se colocaron pantallas gigantes para seguir el mitin. En un cálculo estimado, el líder de Vox reunió en Córdoba a 1.500 personas. Ningún otro partido tiene hoy por hoy tamaño poder de convocatoria y movilización en actos públicos, aunque eso no tenga una traslación idéntica en las urnas. No obstante, las encuestas también les sonríen, ya que algunos sondeos los sitúan como tercera fuerza política en España el 10N. Para que eso ocurra deben darse dos variables: que la tendencia abstencionista que recogen los sondeos se cumpla y que Cs pierda fuelle.

De momento, ni Albert Rivera ni Pablo Iglesias se han dejado ver por Córdoba este año. Los líderes de Cs y de Podemos, respectivamente, visitaron la capital por última vez de cara a las andaluzas del 20 de diciembre, cuando vinieron a apoyar a sus candidatos regionales. Rivera e Iglesias se saltaron a Córdoba en las generales de abril, concentrados en otras provincias donde se jugaban más.

Los partidos no han cerrado las agendas electorales, pero la previsión es hacer una campaña inusualmente corta (de una semana, por ser repetición electoral) y con actos de formato pequeño. Los socialistas esperan contar, al menos, con los ministros cordobeses Luis Planas -que además es cabeza de lista por Córdoba- y Carmen Calvo, y algún otro, como Pedro Duque. Populares y naranjas venderán la fórmula andaluza del cambio, mientras que UP se presentará como la única alternativa «real de izquierdas».

En la sede de los partidos en Córdoba se empiezan a hacer quinielas. Los socialistas se han propuesto lograr el tercer diputado (se quedaron a 1.500 votos), que les arrebató Vox al ochenta y tantos por ciento del escrutinio. Los populares ven factible recuperar el segundo; mientras que Cs, UP y Vox quieren mantener el conquistado en abril. Si cuentan les saldrán 8 diputados y por Córdoba solo salen 6, así que es fácil deducir que alguna de esas quinielas es errónea. El sorteo, el 10N.