Tras una fructífera trayectoria como jurista y escritor, el 2018 fue un año muy especial que le reportó el Premio Nacional de Historia, además de ser nombrado director de la RAE y Cordobés del Año, este último un reconocimiento que viene de su propia tierra y le hace especialmente feliz. Porque, pese a vivir lejos de su Pozoblanco natal, Santiago Muñoz Machado confiesa que mantiene una intensa relación con Córdoba, donde también goza de un «extraordinario grupo de amigos».

-El 2018 ha sido un año de reconocimientos. ¿Qué piensa cuando echa la vista atrás? ¿Ha seguido la trayectoria que quería, la que se proponía?

-Estoy muy contento y agradecido al jurado que me otorgó el Premio Nacional de Historia y, en otro orden de consideraciones, al Pleno de la Real Academia Española que me eligió director. Ser director de la Real Academia Española es un inmenso honor porque es la institución cultural más importante de nuestro país.

-Cuando le comunicaron su título de Cordobés del Año declaró que los premios que llegan de la tierra son especiales. ¿Hasta qué punto se siente ligado a sus raíces, a pesar de vivir fuera desde hace mucho tiempo?

-Mantengo relaciones intensas con Córdoba gracias a su Universidad, su Real Academia y a no pocas asociaciones culturales que me convocan con frecuencia. Destaco también las firmes relaciones que mantengo con un grupo de amigos extraordinario. El Diario CÓRDOBA ha añadido ahora la alegría de otorgarme un reconocimiento en mi propia tierra.

-Aunque es un poco pronto, ¿qué balance haría de estos primeros meses al frente de la RAE? Es de imaginar que la inyección de 5 millones de euros a la institución le habrá llenado de optimismo.

-Han sido unos meses de un trabajo muy intenso. Me hice cargo de la Academia en un momento difícil económicamente. Pero la RAE es la institución cultural más importante de España, y la que tiene más proyección en el mundo hispanohablante. He utilizado mucho este argumento para defender que el trabajo de la RAE tiene relevancia de Estado y que, en consecuencia, sin perjuicio de los patrocinios y mecenazgos privados, su sostenimiento básico debe proceder de los Presupuestos Generales del Estado.

-¿Cree que la Academia puede mantenerse solo con las aportaciones públicas o necesita de la ayuda privada?

-La RAE realiza un servicio público: estudia la lengua, la fija, la normativiza. El bien cultural más importante de España es nuestra lengua. Por ello, es una cuestión de Estado y así lo ha entendido el Gobierno, y también las empresas del sector privado con las que me he reunido, que son casi todas las principales.

-¿Piensa que la sociedad tiene una conciencia clara de la importancia de la Academia, de su papel para hacer preservar el idioma y fomentar su unidad?

-El trabajo de la Academia consiste, nada menos, que en el mantenimiento de la unidad de la lengua entre los 577 millones de hispanohablantes. Respetando sus variedades y especialidades, se trata de mantener el tronco común para que nos sigamos entendiendo bien. Creo que la sociedad reconoce el trabajo de la RAE y le atribuye el gran prestigio que la institución tiene. Pero no estoy seguro de que se conozca de modo completo el contenido de su trabajo. Por esta razón, durante mi mandato nos vamos a esforzar en mejorar la transparencia y la comunicación.

-Cada vez son más los sectores que reclaman la necesidad de reforzar el lenguaje femenino en diferentes ámbitos. ¿Abrirá la mano la Academia en el Diccionario en este sentido?

-La Academia no abre ni cierra la mano en materia de lenguaje, solamente va constatando cómo es utilizado por las comunidades hispanohablantes. Cuando puede verificar que se ha producido una innovación y constata que está muy extendida, la incorpora a sus normas, da cuenta de ella en el Diccionario o en la Gramática. La Academia no impone ni palabras ni reglas que no se correspondan con el lenguaje realmente hablado. La lengua no se puede imponer ni cambiar por decreto. La Academia no está de espaldas a la lengua ni a la sociedad. La RAE está observando qué sucede en la lengua española y, si los cambios se producen en nuestro idioma, la Academia los recogerá en su diccionario. En este sentido, la RAE ha hecho cambios en su última edición; por ejemplo, en las definiciones de las palabras que empezaban por «hombre que» se han sustituido por «persona que».

-¿Qué papel están jugando las redes sociales en la percepción de la Academia? ¿Cree que pueden dar luz a una institución con cierto halo de misterio?

-Las redes sociales de la Academia muestran que estamos abiertos a la sociedad. Cada día llegan a través de nuestra cuenta de Twitter @raeinforma una media de 500 consultas lingüísticas que son contestadas por los filólogos que trabajan en nuestra institución. Esto nos hace ver que los hablantes se preocupan por el idioma. Las redes sociales, además, nos muestran qué está pasando en nuestra lengua, cuáles son las principales dudas de los hispanohablantes, qué cambios se están produciendo en nuestro idioma. Tenemos más de 1.200.000 seguidores en Twitter. El proyecto más innovador en el que estamos ahora inmersos se refiere a la regulación de la lengua de la inteligencia artificial, la lengua de las máquinas, que queremos implementar con las empresas tecnológicas más importantes del mundo.

-¿Qué conclusiones sacaría del recién celebrado Congreso de la Lengua en Argentina?

-Ha sido un éxito extraordinario. La ciudad de Córdoba, en Argentina, estaba rebosante de actividades culturales que eran seguidas por verdaderas multitudes. Ha sido magnífico el reconocimiento a la importancia de la lengua española, que tienen como propia las naciones hispanoamericanas. En las sesiones se ha debatido sobre temas muy novedosos concernientes al futuro del español.

-¿Dónde se habla el mejor español?

-Hay algunos países americanos que tienen fama de mantener un español muy bello y correcto, como es el caso de Colombia. Yo creo que los sonidos del español y su léxico tienen variaciones muy hermosas en cada uno de los países de habla hispana, España incluida. Es una gran riqueza esa variedad, y maravillosa la confluencia de expresiones y vocabularios diferentes en un congreso, como el que acabamos de celebrar, donde se manifiesta con particular expresividad que, pese a las variaciones, hablamos una única lengua en la que nos entendemos sin dificultad.

-Es un experto en la organización territorial del Estado español. ¿Le preocupa cómo está evolucionando el asunto catalán? ¿Hasta qué punto es necesaria la reforma de la Constitución?

-Durante los últimos años he contestado muchas veces a estas preguntas porque he publicado varios libros y muchos artículos sobre estos asuntos. Desde que soy director de la Real Academia Española he decidido no pronunciarme habitualmente sobre ellos. Se tiende a confundir mis opiniones personales con la posición de la RAE, a la que no quiero que le sea imputado mi pensamiento como jurista.