Dicen que la Real Academia está pensando en españolizar el término shopping. Algún académico real debió pasar por Córdoba en una de estas noches mágicas del comercio y, después de oírlo varias veces se le encendería la bombilla. La opción más adecuada para el verbo en versión spanish sería chopinear. Por aquello de que cuando uno se va de shopping at night, lo que uno hace es un mixto entre comprar y chominear.

Las tiendas del centro no tenían hora de cierre anoche. Dispuestos a hacer caja y aprovechar su jornada grande del año, más de 400 comercios adheridos a la sexta Shopping Night de Córdoba, que coincide este año con el sexto aniversario de Centro Córdoba, se despertaron ayer sabiendo que tenían un día laaargo por delante, lleno actividad y de descuentos, así que para caldear el ambiente, muchas empezaron bien de mañana con las ofertas. Siempre hay quien no puede pasar por la tienda a partir de cierta hora... Al final, muchos picaron el anzuelo durante el día y se hicieron con algún capricho en horario matutino. Música para los oídos de un comerciante. Si uno tiene la tienda abierta doce horas, mejor vender doce horas que solo seis. «Otros años hemos perdido alguna venta porque venía la gente, veía algo y como sabía que luego iba a tener descuento no se lo llevaba y si por la noche no venía...». Esta vez, algunos se adelantaron y aún así, las calles se llenaron de gente por la noche también. Y es que, en Córdoba, cuando llega el calor, no hay mejor hora para ir de compras que cuando el sol se ha ido. «Ojalá fuera posible ir de shopping nocturno más días», comentaban ayer dos amigas: «Yo tengo horario partido y así no hay manera porque solo tengo el sábado para todo y claro...» La shopping night es una noche de fiesta para el comercio y para las mujeres, que son las que cada año abarrotan las tiendas para buscar y rebuscar hasta encontrar la presa deseada. Hay quien lo tiene todo estudiado y hasta revisa la mercancía días antes para ir a tiro hecho. «Yo no sabía que por la mañana estaban ya las ofertas, si no, hubiera venido antes, a mí me gusta mirarlo todo, pero una vez he comprado lo que había previsto», aseguró ayer Blanca Ortiz, que acudió a la cita acompañada por su hija adolescente. «Como tenemos la misma talla, a veces nos cambiamos la ropa, así que venimos juntas», explicó divertida Blanca hija.

El chopinear también es una excusa muy buena para salir a tomarse una cerveza con la familia o los amigos y, de paso, cambiar el fondo de armario. «Yo he quedado con mi novia para dar una vuelta y ya lleva cuatro bolsas», se lamentaba un chico, más interesado en sus compras que en seguir el rastro de ella, «y como siempre, me tiene a mí haciendo cola y yo no puedo ver nada para mi». Para quienes tienen cerca las vacaciones, la shopping night es un anticipo de las rebajas que viene muy bien para comprar lo necesario de cara a la operación biquini. «Este año me voy el 1 de julio a la playa no había comprado nada, así que me ha venido genial pasearme por el centro porque me llevo dos bañadores muy monos», me confesó una señora. Pese al entusiasmo general por el ambiente festivo que se crea en el centro, más de uno se lleva un chasco cuando llega el momento. Sobre todo, con las franquicias que cierran a las 23 o las 23.30, según los casos, y salvo contadas excepciones o artículos seleccionados no hacen descuento. Son los comercios pequeños, los de cercanías, los que aprovechan para abaratar algo el producto y sacar de paso algo del stock. «No siempre se vende más, pero hay que estar aquí porque muchos entran y ven lo que tienes». En esas tiendas es donde se concentra la gracia de irse de chopineo. Donde se ponga una tienda pequeña, que se quiten las demás. Es ahí donde la gente se siente a gusto y se pasa el rato repasando modelitos, apretujados como en el camarote de los hermanos Marx. En una de esas tiendas, Francisca y su resignado marido buscaban anoche el regalo de graduación para su hija, recién llegados de Puente Genil. «Venimos desde hace un par de años porque está divertido y este año que nuestro pueblo tiene un estand, con más razón». Fuente Obejuna y Puente Genil han sido las localidades hermanadas con la fiesta. Y, visto lo visto, la provincia responde al guiño.

Lo malo de chopinear es que al final te cuesta el dinero. Si no es en las tiendas, en los bares. Porque mira que hacía calor anoche. Y claro, una cosa lleva a la otra. Lo malo, pues, es hacer recuento de las adquisiciones y comprobar que la cuenta corriente se ha venido un poquito abajo. «Ahora entiendo porqué lo hacen el primer fin de semana de junio, está bien pensado porque estamos a fin de mes, venimos contentos de la feria y no nos damos cuenta de lo que gastamos... la gente del comercio lo tiene todo estudiado». Como tiene que ser. De todas formas, está por ver el impacto económico de las compras porque no es oro todo lo que reluce y algunos salen y no compran. «Yo no llevo bolsas porque no he comprado nada, hay mucha gente y prefiero venir un día normal, a mí no me gusta ir de compras en rebajas por eso, yo solo vengo a ver el ambiente, por dar una vuelta».

En la última edición, se cifró la facturación global en unos dos millones de euros y hubo tiendas que echaron la persiana con hasta 7.000 euros de caja. Habrá que esperar a hacer balance para ver si dejar las puertas abiertas hasta el amanecer sigue siendo más que rentable. Si el año pasado más de 200.000 personas participaron en la fiesta nocturna del comercio, este año las cifras podrían ser incluso mejores, a juzgar por el ambiente que se vivió en las principales calles del centro, llenas de actividad. «Al principio, la gente no sabía muy bien de qué iba esto, pero ya todo el mundo lo sabe y muchos vienen, no solo para ir de compras sino para pasar un buen rato y participar de la fiesta», señaló la encargada de una céntrica tienda de ropa. Y es que más allá de gastar, la cultura cada vez tiene más presencia en este evento gracias a actuaciones como la de la escolanía Ziryab, del dúo Rehab o las interpretaciones de los años 80 realizadas por Olivetti Versiones, que se sumaron a multitud de performances a cargo de distintos comercios. Cada año, más.