Córdoba despide este lunes en la parroquia de San Lorenzo (12.30 horas) a Lola Castilla Ruiz, una vecina y trabajadora ejemplar, una mujer que recibió el premio Patrimonio Humano, que concede el Distrito Centro, porque su sencillez y entrega fueron también sus apellidos.

Lola Castilla, que nació en Almodóvar del Río en 1928 y falleció ayer en Córdoba, estuvo vinculada a la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) desde 1953.

Esta luchadora trabajó como secretaria en un despacho, y fruto de su militancia en la HOAC, formó parte de la Comisión Nacional Femenina en Madrid. A finales de los 60 obtuvo el título de animadora sociocultural y empezó a trabajar, de vuelta a Córdoba, en el Centro Cultural Popular y de Promoción Femenina de Las Costanillas, labor que le permitió introducir ideas progresistas a las mujeres del barrio.

En 1982 decidió volcarse con el movimiento vecinal, en concreto con la asociación Solidaridad, e incluso llegó a ser presidenta del consejo de Distrito Centro, hasta que cumplió 74 años.

Lola Castilla fue merecedora en el 2009 de un homenaje de la HOAC y da nombre a una asociación por la igualdad de idéntica denominación en Córdoba, colectivo del que fue nombrada socia de honor y que entrega de forma anual los premios Luchaora en honor al espíritu de esta valiente cordobesa. En el homenaje de la HOAC se reivindicó la figura y el espíritu de lucha desde 1956 de Dolores Castilla, tanto en la HOAC (a nivel local y también nacional) como en los movimientos ciudadano, y obrero y vecinal.

En el 2010 Lola Castiilla recibió la Cruz Pro Ecclesia Et Pontifice, una cruz que abre todas las puertas de Roma a su portador y que se entrega en contadas ocasiones a seglares. La entrega de esta cruz partió de Juan José Asenjo, entonces obispo de Córdoba, y la recibió esta cordobesa cuando Asenjo era ya arzobispo de Sevilla.

En el acto de entrega de esta cruz, Lola Castilla, muy emocionada, dio las "gracias a Dios" por su permanencia en la Iglesia, por propiciar su encuentro con la HOAC y por darle la familia y el marido que había tenido.

Mujer de fuertes convicciones, Lola Castilla reconoció, momentos antes de recibir la citada cruz por parte del exobispo de Córdoba, la dureza de los años de dictadura franquista y la falta de libertades, tiempos en los que reunirse para evangelizar y concienciar a los obreros era un acto que podía suponer cárcel, pero que fue un riesgo que asumió desde muy joven.

Según comentó durante el reconocimiento que recibió de la Iglesia, "aunque haya excepciones, los pobres están más dispuestos a compartir que los ricos, siempre ha sido así".

Además, esta cordobesa ejemplar estuvo a cargo de dos sobrinos, que tenían reconocidas distintas discapacidades, según destacan desde la HOAC.

Lola Castilla, en el año 2010, cuando recibió la Cruz Pro Ecclesia Et Pontifice, de manos del entonces obispo de Córdoba Juan José Asenjo. Foto: A.J. GONZÁLEZ