Córdoba cuenta durante este curso escolar con 3.681 alumnos extranjeros escolarizados en sus aulas, tanto en centros públicos como concertados, lo que supone el 2,24% del total de estudiantes matriculados en Infantil, Primaria, ESO, Bachillerato y FP, según los datos proporcionados por la Delegación de Educación.

De ellos, la mayoría, un 20,67%, y 761 alumnos, son de nacionalidad rumana, seguidos por Marruecos (12,5%), con 461 alumnos, y China (5,6%), con 209 niños. Del resto, hay alumnos pertenecientes a una total de 33 nacionalidades, aunque muchos son nacidos ya en España, y están distribuidos en colegios de toda la provincia, según el área de influencia que les corresponda por la situación de su vivienda, por lo que desde la Delegación de Educación se defiende la integración total del alumnado y la ausencia de guettos en los colegios cordobeses.

Cabe destacar la importante presencia de alumnos latinoamericanos, procedentes de Paraguay (77), Venezuela (114), El Salvador (37), Cuba (17), República Dominicana (21), Ecuador (74), Colombia (114), Brasil (47), Perú (19) y Nicaragua (67), frente a uno de Azerbayán, uno de Grecia y uno de Liberia. De Rusia hay 32 alumnos; 40 de Siria; 34 de Alemania, u 85 de Georgia, entre otros países. En 9 años, el alumnado extranjero en la provincia de Córdoba ha bajado un 13%, teniendo en cuenta que la población inmigrante se concentra sobre todo en la costa, en zonas de Almería, Huelva y Málaga, y que Córdoba es un lugar de paso, por lo que se sitúa como la segunda provincia andaluza con menos alumnado foráneo.

Según la estadística proporcionada por la Delegación de Educación, la mayoría de este alumnado está escolarizado en la ESO (1.346); seguidos por los de Primaria (1.272); Infantil (580); Bachillerato (443) y Educación Especial (39). Y están muy equilibrados en cuanto a chicos y chicas: Hay 1.832 varones y 1.848 niñas.

Inmaculada Nieto, coordinadora de los equipos de orientación educativa de la Delegación de Educación, asegura que el alumnado inmigrante está perfectamente integrado en las aulas «y no tiene más fracaso escolar que el resto de sus compañeros», además muchos de ellos son nacidos en España y no necesitan apoyo para el idioma. La barrera del idioma y el choque cultural son los principales hándicap para estos niños, que desde la administración educativa se trata de paliar con las Aulas temporales de adaptación lingüística (ATAL), en las que en este curso hay un centenar de alumnos. Las ATAL son programas de enseñanza y aprendizaje del español como lengua vehicular que tienen un triple objetivo: por un lado, facilitar la atención específica del alumnado inmigrante con desconocimiento del español con un programa singular que apoye la adquisición de competencias lingüísticas y comunicativas, teniendo en cuenta el nivel en el que los alumnos se encuentren escolarizados, atendiendo a su edad y a su competencia curricular. Por otro lado, permitir la integración de este alumnado en el entorno escolar y social en el menor tiempo posible y con garantías de progreso en el aula ordinaria. Y por último, también deben velar por el mantenimiento de la cultura de origen del alumnado inmigrante, con el fin de promover el conocimiento y la valoración de las diferentes culturas.

Pero más que el idioma, «que aprenden muy fácilmente», los niños inmigrantes se enfrentan a la acogida, la aceptación, el no ser rechazados por sus propios compañeros, «pero no hemos tenido casos de acoso» entre este alumnado, afirma María Ángeles Vega, coordinadora del área de Compensatoria. En los equipos de orientación educativa trabajan cinco maestras, pero se puede llegar a tener hasta 12 o 13 profesionales en estos equipos, «pues a veces hacen falta maestros de atención domiciliaria, que son itinerantes». El hecho de escolarizar a un alumno extranjero no implica necesariamente que haya que aplicar medidas extraordinarias, pues dependerá de las situaciones particulares de cada alumno y corresponde al centro decidir qué hacer.