El consumo de carburantes en Córdoba es fiel reflejo de la caída en la actividad económica de la provincia provocada por la pandemia del coronavirus y que registra una caída de entre el 35 y el 40% respecto al año pasado a falta del cierre del último mes del año. Así lo constata Rafael Larrea, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Estaciones de Servicio de Córdoba, que advierte de que aunque han mejorado los consumos respecto al dique seco del confinamiento, no han logrado recuperarse ni situarse en los niveles previos al coronavirus. Asimismo, observa que aunque el desplome experimentó cierta mejoría en los meses de verano, las nuevas restricciones sanitarias y los cierres perimetrales decretados en otoño han vuelto a notarse en la caída de las ventas.

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«Durante el confinamiento las reducciones de consumo fueron enormes, llegando hasta el 90% en gasolineras de zonas rurales y al 70%, en ciudad --explica Larrea--. Después, cuando se levantó el confinamiento, el consumo se ha ido recuperando, pero no se ha llegado a niveles del preconfinamiento». De hecho, según los porcentajes que baraja esta asociación que representa a 80 de las 190 estaciones de servicio que hay en Córdoba, con los cierres perimetrales se ha vuelto a reducir el combustible sobre todo en fin de semana, llegando hasta el 90% de desplome en estaciones en carretera y semiurbanas.

El presidente de la asociación asegura que la caída no ha afectado al empleo, ya que el servicio hay que seguir prestándolo, y que después de los ERTE la plantilla de las estaciones se ha ido incorporando. «Lo que sí se ha perdido son esos empleos que se crean en los periodos vacacionales», comenta. En Córdoba se estima que unas 800 personas trabajan para este sector que, como todos, también experimenta cambios y tendencias. Se ha producido un cambio en la compra venta de vehículos, con la caída de los de diésel frente a los de gasolina.

Los datos que facilita la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), que solo llegan al mes de septiembre, también recogen esa caída del consumo. La gasolina 95, por ejemplo, que se situó entre enero y septiembre en las 39.127 toneladas en la provincia de Córdoba, lo que supone una caída del 21% respecto a los mismos meses de 2019, cuando se consumieron 42.276 toneladas.

Asimismo, el gasóleo de tipo A (el de más calidad y adecuado para vehículos de automoción) alcanzó un consumo en Córdoba, en ese periodo, de 221.895 toneladas frente a las 271.339 del 2019, con una merma del 18%. De este modo, en los primeros nueve meses del año los dos tipos de carburantes más utilizados cayeron en mayor medida.

En general, todos los combustibles, excepto el gasóleo B (el gasoil que se usa para maquinaria agrícola), han experimentado un notable decremento en los primeros nueve meses del año: la gasolina 98, por ejemplo, cae un 15%, al pasar de 1.359 toneladas a 1.153; el gasóleo C (específicamente concebido para su uso en calderas de calefacción o equipos de producción de calor) también experimenta pérdidas en torno al 24%, al pasar de 4.202 toneladas a 3.182. El gasóleo B, como decimos, es el único que se ha mantenido en consumo similar al del pasado año entre enero y septiembre, al apuntar incluso un repunte del 2%, al pasar de 73.357 a 74.652 toneladas.

Durante el confinamiento, del 14 de marzo al 21 de junio, el diésel A cayó en picos del 51,2% y el 39,55% en abril y mayo (de 29. 644 toneladas a 14.446), y el consumo de gasolina 95, entre el 73,04% de abril (de 4.620 toneladas a 1.246) y el 50,97% de mayo.

Durante el confinamiento, ya explicó Rafael Larrea que la situación fue «dispar» y varió mucho según la zona. «La reducción de la movilidad ha provocado un efecto demoledor en todas las estaciones de servicio», pero «el impacto negativo de las ventas está siendo desigual dependiendo de la ubicación de las mismas» y afectando más a las que están en zonas rurales, seguidas de las que están en espacios urbanos y las ubicadas en carreteras. Los precios, por su parte, han bajado pero no más allá del 12%», advierte, ya que el coste de la materia prima supone un 35% del precio final mientras que los impuestos, algunos fijos, un 54%.

Mejoras para el medioambiente

La reducción del consumo de combustible ha traído, por contra, una cara positiva y un efecto beneficioso para el medio ambiente. En España, Greenpeace publicó un informe que señalaba que en Madrid y Barcelona se había reducido en los primeros días, tras el estado de alarma, cerca del 60% la circulación de vehículos, principal fuente de emisiones, lo que ocasionó un descenso significativo de los niveles de contaminación (los valores medios de dióxido de nitrógeno, producido sobre todo por vehículos diésel, apenas alcanzaron en la primera semana el 40% del límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)).

La misma conclusión evidenció por ejemplo el informe de Ecologistas en Acción Efectos de la crisis de la covid-19 sobre la calidad del aire urbano en España, realizado a partir de las mediciones en 26 ciudades durante el confinamiento. En el caso de Córdoba, la reducción de la contaminación fue del 64% la segunda quincena de marzo, del 70% en abril y del 68% en la primera quincena del mes de mayo.

En otro informe de esta misma organización fechado este mes de noviembre se aprecia que la crisis del coronavirus también ha tenido sus efectos en los niveles de contaminación, mejorando la calidad del aire hasta en un 41% por la reducción de la movilidad durante el confinamiento. Una de las conclusiones más importantes del informe es la demostración de que la reducción de la emisiones de contaminantes como el dióxido de nitrógeno o el dióxido de azufre influye directamente en la reducción de los niveles de ozono.