La sección tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba ha condenado a un hombre de 57 años, J.J.P.C., a una pena de seis años, nueve meses y un día de prisión por sendos delitos de maltrato en el ámbito familiar y agresión sexual agravado por introducción de miembros corporales contra la esposa del acusado ocurridos en el año 2017. Del mismo modo, el juez lo absuelve de un episodio previo denunciado por la mujer, al considerar que no ha quedado suficientemente acreditado durante el juicio.

La sentencia a la que ha tenido acceso este periódico, ante la que cabe recurso de apelación, impone además la medida de libertad vigilada durante cinco años y la prohibición de comunicar con la víctima por cualquier medio y de aproximarse a la misma, a su domicilio o a cualquier lugar donde se encuentre en un radio de 300 metros durante un periodo de ocho años.

Según relata el fallo judicial, la relación entre ámbos cónyuges empezó a deteriorarse "hasta el punto de que llevaban un par de años sin mantener relaciones sexuales". Así, en mayo del 2016, "el acusado empezó a sentir celos de su esposa con motivo de que ésta cuidaba de un hombre mayor y comenzó a hacerle seguimiento y a controlarla a través del móvil ante la sospecha de que podría estar siéndole infiel". En este contexto, según indicó la esposa, el marido, con el que hacía tiempo que no compartía dormitorio, fue a buscarla al sofá y al tiempo que la agarraba le dijo que "la iba a follar por el culo como a una puta", lo que hizo que ella empezara a llorar y a suplicarle que la dejara, tras lo cual "el acusado cesó en su actitud y se marchó al dormitorio". El juez no condena estos hechos, al no haber prueba de penetración y detectar incoherencias en la declaración.

El segundo episodio, condenado por el juez, tuvo lugar en julio del 2017. La sentencia expone que la esposa limpiaba la cocina en la casa familiar, el acusado le bajó el pantalón corto y las bragas y mientras ella le rogaba que la dejara el acusado la empujó haciéndola caer al suelo, momento en el que J.J. se quitó el bañador para intentar penetrarla, si bien al no lograr la erección de su pene, le introdujo los dedos en la vagina, sin hacer caso de la resistencia de ella "que intentó cerrar las piernas moviéndose y dando manotazos". Durante la acción, el acusado daba palmadas en el suelo y le recriminaba "que se estaba follando a un viejo" y la insultaba. Fruto de esta agresión, ella sufrió una erosión leve con equimosis en su región sacra y en la cara interna del muslo izquierdo, y malestar con síntomas de ansiedad y depresión, sufriendo un trastorno de estrés postraumático.