El comedor trinitario cumplirá el año que viene su 30 aniversario, una fecha en la que sus responsables celebrarían como "el mejor regalo" la cesión de un nuevo edificio para el traslado del servicio, que se ha quedado obsoleto y pequeño para la demanda actual. La Fundación Prolibertas lleva dos años a la espera de que el Ayuntamiento concrete su propuesta, según han informado, que en principio consistiría en ampliar la zona cedida en el antiguo cuartel de Lepanto situado en la calle Sagunto, donde actualmente se encuentra el centro de día de la entidad. El resto del edificio, que antes albergaba la sede de Cruz Roja, permanece vacío desde hace varios años. La puesta en funcionamiento del comedor social en esta ubicación requeriría una inversión en rehabilitación que la propia fundación asumiría.

La Fundación Prolibertas ha hecho balance esta mañana de actividad del 2017, un año en el que atendieron a más de 1.500 personas, entre ellas, 185 familias en situación de riesgo de exclusión social. Según el director general de Prolibertas, Antonio Jiménez, y el director del comedor, Eduardo García, pese a que se habla de recuperación económica, los colectivos a los que atienden no han notado ninguna mejora y siguen demandando ayuda en la misma proporción de los últimos años.

García ha indicado que si bien se ha registrado un descenso de 11 personas respecto al volumen de atenciones en comedor del año pasado, cada vez son más las familias con hijos a su cargo que solicitan comida, algunas de las cuales llegan de forma directa al comedor, sin ser derivadas por Servicios Sociales.

En total, en el 2017, se sirvieron 15.287 almuerzos, 3.387 desayunos, 16.336 packs de cena y se registraron 3.736 asistencias en el servicio de ropero y 2.854 duchas.

El perfil mayoritario del usuario del comedor es el de un hombre español residente en Córdoba y de edad comprendida entre 46 y 60 años, parados de larga duración con baja cualificación profesional y sin ingresos estables. También es habitual la presencia de enfermedades mentales, diagnosticadas o no, y los problemas graves de vivienda. El número de personas inmigrantes ha descendido ligeramente mientras aumenta la demanda de personas mayores de 65 años.