El grupo de Ecología Terrestre de la Universidad de Córdoba (UCO), que ya ha constatado la presencia del mosquito tigre en tres puntos diferentes de la capital cordobesa, ha alertado sobre la importancia de controlar la invasión en las primeras fases y ha llamado a la colaboración ciudadana para frenar su expansión.

Según ha indicado la institución universitaria en una nota, poco más de 14 años ha tardado el mosquito tigre en llegar a la capital cordobesa desde que irrumpiera por primera vez en España. Su presencia era «prácticamente inevitable» debido a su expansión por el Mediterráneo y otras capitales andaluzas y a pesar de toda la labor que puedan desarrollar las administraciones públicas y la comunidad investigadora, la colaboración ciudadana es «fundamental» para poder controlar la colonización de esta especie invasora.

Este mosquito puede reproducirse en hábitats muy reducidos, no necesita grandes estanques, un poco de agua y suciedad pueden ser más que suficiente para que se críen sus larvas, lo cual significa que un macetero olvidado en un jardín particular, un contenedor con agua, una finca mal cuidada o un bebedero para animales pueden ser el caldo de cultivo perfecto para que esta especie se multiplique de forma exponencial.

«Es importante transmitir esta información a la sociedad, ya que el comportamiento de la ciudadanía a nivel individual es fundamental para no facilitar los hábitats de reproducción. No se trata de alarmar, sino de concienciar», ha asegurado el Diego Jordano, investigador del Grupo de Ecología de la UCO que actualmente está colaborando con Sadeco para controlar el foco en el marco de un contrato de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) para la detección y control de dípteros hematófogos.

Según ha explicado Rafael Obregón, otro de los investigadores del grupo, hasta el momento ya se ha constatado la presencia de esta especie en tres puntos distintos de la ciudad, pero cercanos entre sí. Por este motivo, se está desarrollando un manual de buenas prácticas preventivas para hacérselo llegar a colegios, comunidades de vecinos o administradores de fincas. Actuar en las primeras fases de la invasión es fundamental, ya que en esta etapa el crecimiento es más lento y es más fácil controlar la expansión. Según explican desde el grupo de ecología, parece que sus picaduras son «un poco más dolorosas y causan más reacción que otro tipo de mosquitos», aunque esto podría ser debido a que «nuestro sistema inmunitario aún no está preparado». En cualquier caso, sus picaduras «no revisten mayor gravedad».

El problema reside en que esta especie es vectora de enfermedades como el dengue o la chikungunya, aunque por el momento, la posibilidad de que pueda transmitirlas es baja.

Según los expertos, todo apunta a que se trata de una colonización reciente de finales de verano y la pregunta ahora es si esta especie tropical será capaz de formar una población estable o si el frío del invierno podrá con todos los ejemplares.