Hablar de San Pedro es hacerlo de uno de los barrios más representativos y conocidos del casco histórico de la ciudad. Ubicado en el corazón de la Axerquía cordobesa, formó parte del entorno monumental que construyeron los romanos cordobeses para deslumbrar a propios y extranjeros y, más tarde, en época musulmana, pasaría a ser arrabal, uno de los residenciales que se levantaron fuera de la medina. En época cristiana, tras la conquista de Fernando III, adquirió gran importancia y será a partir del siglo XVII cuando el barrio adopte su fisonomía actual y construya uno de los espacios más emblemáticos de Córdoba: la plaza de La Corredera.

La basílica menor

El barrio se configuró en torno a la iglesia de San Pedro, una de las más importantes de las iglesias fernandinas de la ciudad y «levantada por San Fernando sobre las ruinas de la Basílica de los Tres Santos, bajo la advocación de San Pedro, en cuya onomástica la ciudad de Córdoba se había rendido a las armas cristianas» en el siglo XIII, según consta en el catálogo de Patrimonio Inmueble de Andalucía.

El templo, de estructura gótica y declarado como basílica menor, experimentó varias reformas durante los siguientes siglos. De hecho la portada, de estilo renacentista, fue realizada por Hernán Ruiz II en el siglo XVI. Un siglo más tarde se levantaría la torre con espadaña y en el siglo XVIII se construiría la capilla de los Santos Mártires de Córdoba, entre ellos San Zoilo, San Acisclo y Santa Victoria.

En torno a esta basílica se construyeron varias casas señoriales que aún hoy se mantienen en pie, aunque con otros usos, como el palacio de los Marqueses de Villaverde, ubicado a en plaza de Aguayos, llamada así en honor a uno de los apellidos de esta familia y del que se tiene noticia desde época de Don Pelayo, según relata Teodomiro Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba. Este edificio, cuya portada se remonta al siglo XVI, fue adquirido a principios del siglo XX por la orden religiosa de la Sagrada Familia, y desde entonces es el colegio de las Francesas.

Cerca de allí se encuentra la plaza de Vizconde de Miranda, donde aún permanece la fachada del palacio de los Ríos, hoy convertido en viviendas, y que tuvo en su interior un salón, «el mayor de Córdoba después del Círculo, y un hermoso jardín, parte del cual era una plazuela que con el título de las Yeguas hubo en las Siete Revueltas de Santiago», según Ramírez de Arellano.

Y no muy lejos, siglos más tarde, el Círculo Juan XXIII establecía una de sus sedes en una gran casa de la calle La Palma. Al final de esta calle se encuentra la plaza de Regina, donde se encontraba un convento construido en 1499. La recuperación de este edificio, que sufrió varios incendios y tras la exclaustración se convirtió en lugar para el teatro aficionado, fábrica de moneda falsa y pañería con maquinaria a vapor en el siglo XIX, ha sido una de las principales reivindicaciones vecinales. Hoy, tras pasar por distintas vicisitudes, está pendiente de un nuevo concurso de adjudicación de obras para su rehabilitación.

La Corredera

La plaza de La Corredera es una de las más conocidas de Córdoba y, a su vez, una de las que ha experimentado mayor transformación en los últimos años. Este espacio es uno de los lugares de encuentro más populosos de la ciudad y, por sus dimensiones, escenario de múltiples espectáculos y actividades culturales.

Aquí, que durante más de un siglo fue el principal mercado de Córdoba, se encontraban hasta hace pocos años negocios tradicionales, como venta de antigüedades, pero ahora han dado paso a bares y restaurantes.

La plaza se construyó en el siglo XVII y para ello hubo que echar abajo numerosos edificios, pero se conservaron dos: la Casa de Corregidor y antigua cárcel, hoy mercado de abastos, y la Casa de doña Jacinta, que se negó a su derribo y logró mantenerla en pie. Hoy, en el mismo lugar en el que se hicieron grandes corridas de toros, el mismo que vivió sus años negros con los autos de fe la Inquisición, sigue siendo un lugar de encuentro de Córdoba.