Si hay algo a lo que la gente parece haberle perdido el miedo cuando se trata de divertirse es a las colas. Si lo que te espera merece la pena, todo el mundo parece estar dispuesto a esperar pacientemente el turno y hacerlo con el mejor de los ánimos. Desde mucho antes de que se abrieran las puertas de la 36 Cata del Vino Montilla Moriles, una vez más, cientos de cordobeses y foráneos se han instalado en el entorno de la explanada de la Diputación para acceder al recinto. "Hemos llegado temprano porque el año pasado nos tocó esperar y no queríamos que volviera a pasar", han indicado un grupo de jóvenes dispuestos a hacer la cola antes de la apertura de la Cata y no después. Para no perder ni un minuto.

A las 13.30 horas en punto, las instalaciones, preparadas para un día de sol espléndido, han empezado a recibir público de todas las edades, niños incluidos, acompañados por sus padres, que han acudido con familiares o amigos a degustar los caldos de la tierra. "Yo no soy muy aficionada al vino, pero cada año hago una excepción en la Cata y me tomo mis copitas porque el ambiente es extraordinario", ha explicado Carmen Moral, rodeada de amigas.

Mientras unos abrían la Cata exterior, otros cataban vino en la Diputación con guía especializado. Unas 40 personas han acudido esta mañana a la penúltima de las ocho organizadas este año, hoy de la mano del enólogo y biólogo Miguel Vila, con vinos de la Asociación de Lagares de Moriles, que han ilustrado a los presentes con una gama de finos y PX de la zona. Todo un lujo.La última correspondió al Lagar de Hoyos. Y hasta el año que viene.

En la organización, un vaivén constante mostraba la cantidad de detalles a los que hay que estar alerta para que todo esté en orden a la hora de abrir, con los vigilantes jurados preparados para entrar en acción y organizar el flujo sin que se produzcan atascos.

Superada la primera cola, toca la segunda, la de las taquillas, que nada más abrir también ha reunido largas filas de usuarios dispuestos a pasar por caja para conseguir la copa y las consumiciones deseadas. "Venimos metalizados así que mientras nosotros sacamos los tickets, los amigos están comprando la comida, no hay que perder tiempo", han confesado Javier y Patricia, que han acudido esta mañana con un grupo de amigos la mar de organizados. Superada esa cola, toca dejarse llevar. La música, el tiempo y el buen humor se encargarán del resto. A disfrutar.