Cándida Ruiz se puso al frente de Cruz Roja Córdoba en el 2016 y el año pasado renovó su cargo, lo que le ha hecho estar al frente de esta entidad, clave en la atención a los colectivos vulnerables, en una de las situaciones de emergencia social más graves en muchos años.

-¿Cómo ha vivido el estado de alarma y el confinamiento?

-Con disciplina, con preocupación, con dolor por tanto sufrimiento, pero con la suerte de encontrarnos todos bien de salud.

-¿Diría que le ha enseñado algo?

-Esta situación me ha enseñado a ver y valorar la grandeza de las pequeñas cosas y de lo cotidiano (un abrazo, caminar...), a comprobar lo prescindible de otras muchas (con alguna ropa cómoda era suficiente), a ver la belleza de la naturaleza cuando se respeta… Y ha reforzado mi compromiso con Cruz Roja, mi admiración a su gran labor, posible gracias a la generosidad de las personas y a la entrega, disposición y corazón de nuestro motor y esencia: el voluntariado. No tengo palabras de agradecimiento para ellos, porque cualquier vocablo se quedaría pequeño. Son AMOR con mayúscula.

-Esta pandemia ha puesto a prueba los resortes sociales públicos y privados de Córdoba, donde la situación previa a esta crisis ya era bastante complicada. ¿Nos ha pillado sin las tareas hechas?

-Hemos vivido una situación sin precedentes. No se trata de tener las tareas hechas o no sino de la capacidad de respuesta frente a la emergencia. Esta situación sobrevenida a nivel mundial ha puesto de manifiesto la capacidad de Cruz Roja de responder de forma inmediata en unas circunstancias de restricción de movimiento en las que nuestro voluntariado, con todas las medidas de seguridad, se ha movilizado para llegar donde hacía falta: desde la persona que no puede salir a comprar medicinas, a los que solicitan alimentos, pasando por la sensibilización y formación de un hecho tan novedoso para la ciudadanía en un contexto tan difícil. Cruz Roja Española ha dado una respuesta rápida, flexible y amplia a las nuevas circunstancias provocadas por el coronavirus, para lo que hemos movilizado todas nuestras capacidades, equipos y conocimientos, gracias a la entrega de nuestro personal técnico y nuestro voluntariado. Se trata de la mayor movilización de nuestra historia.

-Muchas entidades se han quejado de que el peso de la atención social a las personas en riesgo de exclusión ha recaído en las oenegés por la lentitud de las administraciones. ¿Han sentido en Cruz Roja esa sobrecarga?

-Más que sobrecarga, Cruz Roja ha tenido que readaptarse a la realidad vivida desde el confinamiento. La emergencia requería nuevas formas de hacer. Por eso lanzamos, en tiempo récord, el llamamiento Cruz Roja Responde para dar respuesta a las necesidades emergentes, ampliando y adaptando la actividad ordinaria para hacer llegar a más personas del modo más ágil y eficaz. Esta crisis ha golpeado duramente a nuevos sectores de la población y ha agudizado la situación de vulnerabilidad de aquellas otras personas con las que veníamos trabajando. Además, como institución de auxilio a los poderes públicos, Cruz Roja ha puesto sus capacidades y red humanitaria a disposición de las necesidades sociales y de las administraciones creando alianzas de gran impacto.

-¿La presión de la demanda ha caído al acabar el estado de alarma?

-La situación generada por la pandemia se prolongará durante bastante tiempo; por esta razón, con el programa Cruz Roja Responde estamos programando acciones hasta final de este año, aunque no descartamos que en el futuro nuestra acción deba estar ligada a la nueva realidad que nos toca vivir.

-¿Cómo ha sido la coordinación con los Servicios Sociales?

-La colaboración con los servicios sociales del Ayuntamiento de Córdoba ha sido y es muy buena. Se han articulado dos importantes paquetes de ayudas para atender a personas que nos eran derivadas, mediante los cuales se entregaban vales de alimentos por valor de 50 euros y que han llegado a 1.250 familias de la capital. Más allá de la propia ayuda, desplegada por la institución que venía a complementar las necesidades. A raíz del proyecto de ayuda a personas en situación de vulnerabilidad por el covid-19, que financia la Junta, nuestro despliegue se ha extendido a toda la provincia y la coordinación con los servicios sociales municipales está siendo muy buena, imprescindible para abordar, desde una perspectiva integral, los efectos de la crisis.

-Han recibido a mucha gente por primera vez pidiendo ayuda, algo que ya ocurrió en la crisis del 2008. ¿Qué ha sido diferente esta vez?

-En el 2008 asistimos a una crisis económica, donde ciertos sectores económicos se vieron muy afectados, provocando un alto índice de desempleo. Pero en esta ocasión, tenemos una crisis sanitaria que nos ha llevado a una crisis socioeconómica de efectos mucho más devastadores. Habitualmente trabajamos con personas en situación de vulnerabilidad y esta pandemia los ha impactado más aún, pero no olvidemos que han llegado otras personas que nunca antes han necesitado este tipo de ayuda. El problema es doble, atender y paliar la situación extrema de las familias con las que veníamos trabajando e incorporar esa nueva realidad de personas que no están habituadas a usar los canales de los servicios sociales.

-Save the Children ha alertado del riesgo de pobreza severa en que se encuentran miles de niños en Córdoba. ¿Quiénes van a sentir más los efectos postpandemia?

-No solo los menores, los mayores, las familias monoparentales, las personas sin hogar, las personas que pierden su empleo y son mayores de 50 años... Este problema es de amplio espectro, afecta a la globalidad y acentúa las particularidades que antes tratábamos. Los menores han visto alterada su situación más que nada porque la familia se ha visto afectada en su conjunto (ERTE, autonómos sin posibilidad de trabajar, escasos recursos para poder seguir el ritmo de clases on line…)

-¿Cree que la solidaridad mostrada durante el estado de alarma se desinflará?

-La solidaridad de la población cordobesa es, en esta y otras tantas situaciones, realmente brillante. Como siempre que ocurren eventos negativos, este ahora más que nunca, ha hecho que empresas y personas anónimas arrimen el hombro, sin olvidar la aportación de los socios que con su colaboración nos permiten afrontar las peores situaciones. No creo que se desinfle en el futuro, confiamos que este ejemplo de altruismo nos acompañará; la solidaridad no es efímera, es sólida.

-El otro día, en un barrio vulnerable, alguien pedía a gritos más trabajo y menos caridad. ¿Siente que tras dos crisis sucesivas la gente está harta de tener que pedir?

-En un momento tan ambiguo y cambiante, es entendible cualquier reacción fruto del estrés y la ansiedad que genera el miedo a la pérdida de empleo, a la precariedad o a la incertidumbre. Lo que está claro es que cualquier organización trabaja para erradicar la pobreza y la vulnerabilidad. Cruz Roja tiene entre sus máximas aliviar el sufrimiento humano y en ese sentido, más allá del cansancio propio de la situación, estaremos para ayudar a quien lo necesite. Ojalá algún día no tengamos que hablar de estas acciones sino de otras de carácter preventivo o formativo; eso significaría que las personas tienen otro nivel de necesidades.

-¿Confía en que el ingreso mínimo vital mejore esta situación o hacen falta otras medidas?

-Ahora todos los esfuerzos son necesarios. Todas las medidas que vengan a paliar la situación de necesidad o precariedad deben ser vistas positivamente.