El silencio de la sierra de Córdoba colindante con Alcolea se rompía ayer por la tarde al paso de un grupo de gente con un proposito claro: encontrar a Juan José Santos. «Un hombre acostumbrado a andar y que conoce tan bien estos caminos ha tenido que ir lejos», intuye un vecino mientras rastrea cada palmo del suelo. En un amplio terreno dorado, grupos pequeños de personas se dividían ayer y avanzaban en paralelo para intentar abarcar el mayor terreno posible. La vegetación, seca y frondosa, dificultaba la búsqueda. En la mente, una botella de agua azul, de Solán de Cabras, tres llaves y una linterna eran las pistas significativas para dar con el paradero de Juan José, que, aquella noche del domingo, salió con una mochila a la espalda y enfundado en una camiseta burdeos, unos pantalones beige y unas deportivas negras.

Juan José solía caminar diariamente -y no poco- cuentan familiares y vecinos. «Andaba igual de día que de noche», ilustra uno de ellos. Y los gritos de fondo al llamarlo cortan las palabras. También, apuntan que solía dejar a un lado el camino y andar por «la tierna», como llaman a aquella parte de la sierra.

Por las calles, los vecinos cruzan palabras mientras se reponen. «No hay novedades», pero la marcha sigue en otra dirección. A ellos, se sumaron familiares de otros desaparecidos, como los padres de Paco Molina, además de cuatro caballistas y voluntarios de Protección Civil. «Las ayudas han aumentado», cuentan los vecinos, que para las siete de la mañana y de la tarde de hoy y mañana han previsto nuevos intentos.