Las empresas promotoras y constructoras son las que más han sufrido la caída de actividad, la crisis financiera y el drástico recorte de la inversión pública. El sector de la construcción viene de hacer el mayor ajuste de su historia durante la última crisis económica, lo que ha provocado un fuerte descenso de las obras públicas y privadas, pero también la desaparición de decenas de miles de empresas en España. Solo en Córdoba se ha producido la desaparición de grandes firmas que aparecían entre las más destacadas de Andalucía en volumen de facturación y de empleo. «Son muchas las empresas importantes de Córdoba que han creado mucho trabajo y riqueza en la ciudad y que han desaparecido», señala la presidenta de la Asociación de Empresarios de la Construcción de Córdoba (Construcor), María Dolores Jiménez, quien incide en que «se han cometido excesos, eso es indudable, pero a esa situación han contribuido factores externos y financieros». Jiménez es consciente de «la mala reputación» de un sector que «ha aparecido como uno de los máximos responsables de la crisis, cuando lo cierto es que es una víctima más». La presidenta de la asociación defiende que «sobre nuestro sector está construido el país» e insiste en que «es clave para la economía, porque mueve mucha actividad empresarial, empleo y riqueza a su alrededor».

Noriega, Arenal 2000, ÑXXI... Son solo varios ejemplos de cómo algunas empresas han pasado del todo a la nada, de estar a la cabeza de los ránking a tener que lidiar con los proveedores, las deudas o los administradores concursales. La crisis económica, con el consiguiente aumento de los niveles de paro, bajó drásticamente la venta de pisos, lo que, unido a la casi desaparición de la licitación pública, ha cortado las dos principales fuentes de ingresos de las empresas del sector. Para que Córdoba vuelva a recuperar el prestigio que tuvo con empresas ya desaparecidas, serán necesarios procesos de concentración empresarial de grupos que no se dediquen a una sola actividad, pero eso será fruto de un proceso lento, según indica el secretario general de Construcor, Francisco Carmona.

CAMBIO DE PERFIL / El perfil del promotor ha cambiado totalmente. Antes, había un cierto grado de intuición en las decisiones. Ahora, el promotor está más profesionalizado, estudia con detalle la demanda de suelo, por qué producto inmobiliario hay que apostar y qué tipo de cliente puede estar interesado. «Nos hemos adaptado a la nueva realidad», manifiesta María Dolores Jiménez, también consejera delegada de Jicar.

La situación positiva del mercado había hecho completamente innecesario que los promotores se preocuparan de cuestiones previas al inicio de las promociones, tales como la realización de estudios de mercado serios. Con su conocimiento de la zona, su sentido común y sus años de experiencia tenían suficiente; compraban el suelo, limpiaban el solar y empezaban a recibir llamadas de compradores que se quedaban con todas la unidades antes de que anclaran la primera grúa. Muchos estaban acostumbrados a oír frases del estilo «en la próxima promoción que hagas me guardas uno o dos pisos». Ahora toca compensar las deficiencias de gestión que ha habido en el pasado. Donde hubo intuición y oficio, ahora debe incorporar la profesionalidad y la especialización de expertos que le ayuden en la difícil travesía a la que se enfrenta. Donde hubo improvisación, debe desarrollarse un plan jurídico-financiero que simplifique el entramado societario que ha ido construyendo, y que ponga orden y sentido a la situación financiera de la empresa, construyendo un plan de viabilidad convincente que posibilite la renegociación de los préstamos con las entidades de crédito del promotor.

La característica del nuevo agente promotor es que gestiona integralmente lo que el cliente necesita hasta que el proyecto es viable, incluyendo la captación del suelo. Dicha figura está representada por perfiles profesionales agrupados en uniones temporales de empresas (UTE), sociedades, gestoras, etc., que, cuando tienen clientes finalistas y proyectos viables, obtienen el crédito para la construcción.

Para la presidenta de Construcor, «era impensable la gran transformación que habría en este ámbito. Antes nos dedicábamos a un solo sector, pero ahora tenemos que abrir el abanico y profesionalizarnos mucho». La apuesta por los nuevos materiales, contribuir a las ciudades inteligentes o la colaboración público-privada se presentan como claves en ese proceso de adaptación a los tiempos.

Otra de las salidas se encuentra en la presencia exterior de las empresas, sobre todo en países de América central y del sur, entre ellos Panamá, Perú, México o Chile. Pero para el sector de la construcción, la internacionalización debe pasar por establecerse en los territorios en los que se quiere hacer negocio, ya que hay que estudiar aspectos fiscales, de seguridad jurídica o las relaciones con la administración. «Hay que apostar por la salida al extranjero, pero siempre con prudencia y precaución», insiste Jiménez.

Para capear la crisis, el sector ha desarrollado fórmulas poco frecuentes o inexistentes en los años del boom del ladrillo. A lo largo del año 2011 cobró fuerza la autopromoción, que ha estado presente en la mayoría de los escasos proyectos que han salido al mercado en las zonas de expansión de la ciudad. Con dicha fórmula, se reduce el coste de la financiación de la promoción, el riesgo de la operación de venta y se facilita que la entidad de crédito dé dinero para la obra.

En la situación actual del sector, cuando la presencia de grúas en la ciudad es cada vez más extendida, la pregunta es obvia. ¿Hemos salido ya de la crisis? María Dolores Jiménez insiste en que «hay que ser prudente». Afirma que el sector se está recuperando en cuanto se refiere a la edificación de viviendas, y eso influye positivamente en otros subsectores. «Pero hay que tener en cuenta que la obra pública cayó en picado y, aunque se recupere algo, es muy lento». En 2017, la obra pública creció un 80% en la provincia gracias sobre todo al empuje de los ayuntamientos y la Junta. Sin embargo, Jiménez aclara que, «como crecíamos sobre la nada, todo es muy lento».

En Córdoba, en los últimos meses del año 2017 se registró un aumento del 60% en el número de visados de viviendas, una buena tendencia que desde Construcor esperan que se mantenga en el 2018. Eso sí, advierten de que en ningún caso se va a alcanzar el boom previo a la crisis.