Llevan casi cien veranos sabiendo lo que es enfrentarse a las altas temperaturas de Córdoba. Casi centenarias, Martina Ayala Higuera y su hermana María Antonia, de 97 y 96 años respectivamente, no le temen al calor estival cordobés. «Más calor pasábamos cuando en la posguerra segábamos garbanzos a pleno sol o cuando trabajaba en mi bar y hostal de Villanueva de Córdoba», apunta Martina.

Estas dos hermanas, que apenas salen de su domicilio por problemas de movilidad, aunque ambas cognitivamente están bien, se encuentran en cualquier época del año, y en especial en verano por las altas temperaturas, muy vigiladas por parte de Joaquina Torres (hija de Martina), su cuidadora, y también protegidas con las medidas del Plan de Prevención de Altas Temperaturas de la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Al piso que comparten estas dos hermanas se desplaza con frecuencia su médico de familia, Manuel Navarrete; su enfermera de familia, Raquel López, o la coordinadora del equipo de enfermeras gestoras de casos del Distrito Córdoba-Guadalquivir y enfermera del centro de salud del Sector Sur, Rafaela Muñoz, para comprobar que Martina y María Antonia se encuentran bien y con su medicación bajo control. Además, desde enfermería del centro de salud del Sector Sur también se realizan llamadas a este domicilio en los días de más calor. También las llaman desde Salud Responde y estas dos hermanas cuentan a su vez con el servicio de teleasistencia de la Junta de Andalucía, por lo que ante cualquier cosa que pudiera surgir solo tienen que apretar el botón, aunque eso rara vez ha ocurrido, pues Joaquina está muy pendiente de ambas, ya que ella pasa casi todo el día allí y con frecuencia también acuden sus hermanos a visitar a su madre y a su tía.

Martina y María Antonia se refrescan en los días de más altas temperaturas con su abanico y tienen siempre el ventilador puesto en las estancias de la casa en las que suelen pasar más tiempo, que son el salón y el dormitorio. Otra de las recetas de Martina y María Antonia contra el calor y también contra el paso del tiempo es el gazpacho. «Prácticamente todos los días del año lo toman, hasta en invierno. Seguimos la dieta sana de toda la vida, la mediterránea, porque aunque a mi madre le bato la comida, las dos comen de todo, lo que incluye carne, pescado, verdura y mucha fruta del tiempo, macedonia que les trituro a las dos», señala Joaquina.

Las dos hermanas desayunan, almuerzan, meriendan y cenan junto a sus macetas, pues el hecho de no poder tener un patio en el piso, no les impide sentir que están en un espacio tan propio de las casas de pueblo. Joaquina se asegura de que su madre y su tía toman suficiente líquido, pues aunque María Antonia lo suele demandar a su madre a veces se le olvida, así que por norma suelen tomar un poco zumo a media mañana y también por la tarde, además de agua en cualquier momento.

El calor en Córdoba: Martina y María Antonia, con la enfermera Rafaela Muñoz. CHENCHO MARTÍNEZ

Hasta que la salud se lo permitió, María Antonia y Martina dedicaban muchas horas al trabajo dentro y fuera del hogar. Ellas y sus otras dos hermanas mayores, que ya fallecieron, aunque también superaron los 90 años, eran conocidas como las hermanas Ayala en Villanueva de Córdoba y también en la capital cordobesa, porque cosían muy bien, hasta trajes de novia, y por trabajar de sol a sol para entregar pedidos, incluso en el cálido verano, con su máquina Singer. Martina además regentaba junto a su marido el bar-hostal Torres, famoso por su buena cocina, con algunos platos muy demandados, como los flamenquines de lomo, flamenquines que no dejaba de freír hiciera frío o calor cuando aún no se contaba con aire acondicionado.

Sentido común

Estas dos hermanas y su cuidadora aplican el sentido común frente a las temperaturas veraniegas, que cada vez duran más tiempo en Córdoba, a veces hasta bien comenzado el otoño. Martina y María Antonia visten prendas frescas. Joaquina ventila la casa a primera hora y luego ya cierra ventanas y cortinas cuando hace más calor. Ambas hermanas utilizan el ventilador, se refrescan con la ducha, hacen comidas ligeras con predominio de frutas y verduras y pocas grasas y toman suficientes líquidos. Además, cuentan con buena compañía y cariño, que aunque no es un consejo que aparezca en el Plan de Prevención de las Altas Temperaturas, siempre son detalles que aportan vida.

Personas de más riesgo

Los mayores y pacientes crónicos

Las personas mayores y los pacientes crónicos son más sensibles a las altas temperaturas porque producen menos sudor que una persona más joven; su temperatura corporal puede subir más deprisa; se adaptan peor al calor; su piel es más fina y sensible a los rayos de sol y la capacidad para regular la temperatura se ve disminuida cuando hace más calor. Además. la soledad, el aislamiento social o residir en una vivienda mal refrigerada puede poner en riesgo la salud de quienes están en estos últimos supuestos.

Lactantes y niños de corta edad

Lactantes y niños de corta edad constituyen otro grupo de riesgo que hay que vigilar en los días de altas temperaturas. Signos que pueden indicar que estén sufriendo deshidratación son ojos hundidos, tono amarillo en la piel, falta de energía, fontanela hundida, falta de turgencia en la piel, pérdida de peso, contracciones musculares, llanto sin lágrimas, boca seca o saliva muy espesa, piel y mucosas secas, manos y pies fríos, somnolencia e irritabilidad excesiva, orina escasa y como consecuencia menos cambios de pañales.