El estudio propone un modelo de gestión para el aprovechamiento de la marca territorial, como «recurso y método de dinamización socioeconómica de la ciudad y la provincia en la sociedad global de la información, el conocimiento y la digitalización». Así pues, tras las encuestas realizadas, se han detectado una serie de percepciones coincidentes a nivel provincial, nacional e internacional de la marca territorial Córdoba, según las cuales se nos considera una provincia con «buena calidad de vida», gracias a la accesibilidad y calidad de servicios relacionados con la salud, la educación, el ocio y las infraestructuras de comunicación, así como el factor seguridad. La ciudad ocupa un papel preferente como foco de atracción de visitantes frente a la provincia, pero el clima (calor) sigue siendo un factor «poco favorable para elegir Córdoba como destino en época estival».

Además, la cultura y el turismo identifica «prioritariamente a Córdoba», siendo la Mezquita «un espacio hegemónico». Se reconocen aspectos positivos a la población, como «la hospitalidad o cordialidad». Pero si bien Córdoba se percibe como una provincia ligada a la actividad agraria, «no se identifica como territorio especialmente emprendedor e innovador», aunque son «ampliamente valorados sus principales productos alimentarios» (aceite, vino e ibérico), siendo el olivar y la dehesa los ecosistemas reconocidos por su excelencia, mientras que el sector de la joyería ocupa el segundo lugar como el más conocido a nivel nacional. Ahora bien, la marca Córdoba necesita duplicar su posicionamiento en ocho años en aspectos como la salud, el logístico-distribución y las nuevas tecnologías e innovación. En ello juega un papel importante la investigación que se desarrolla desde la Universidad de Córdoba.