Manuela González de la Torre ha pasado los dos últimos dos años y medio (con las tres navidades incluidas) entre los hospitales Puerta del Mar de Cádiz, Virgen del Rocío de Sevilla y el Reina Sofía de Córdoba. La salud de esta chica de 14 años ha sufrido tantos vaivenes, que sus padres han hecho un máster acelerado en medicina y otro en superación, porque las familias que tienen hijos con enfermedades graves, como un cáncer o una patología hematológica, necesitan armarse de un valor más que excepcional para apoyar a sus niños en esos momentos tan difíciles.

Manuela estaba ayer feliz porque está disfrutando de su primer permiso largo, de 5 días, después de cuatro meses en Córdoba, ya que en el Reina Sofía siguen su evolución tras recibir en octubre un trasplante de médula ósea. En Chiclana la estaba esperando toda su gente, en especial su hermana Candela, que tanto echa de menos que la familia aún no pueda estar siempre junta. El injerto de Manuela no era posible mediante una donación familiar. Sus padres solo eran un 50% compatibles y su hermana un 25%, por lo que hubo que recurrir al registro internacional y el donante compatible 100% con ella fue un ciudadano danés, al que le están muy agradecidos.

«La adaptación al trasplante está yendo muy bien, lo que teniendo en cuenta lo débil que estaba antes del injerto, con transfusiones casi diarias, ha sorprendido gratamente a los médicos. Manuela, debido a una infección en un pulmón, previa al trasplante, y a un broconespasmo, había perdido casi toda la capacidad pulmonar. También cogió un virus, a través del port a-cath, le dieron dos infartos en la rodilla y sufrió una parálisis generalizada por una reacción a la ciclosporina (que fue el tratamiento que le pusieron antes de recurrir al trasplante y que no le funcionó, después de estar cuatro meses en aislamiento en el hospital Puerta del Mar)», relata la madre de esta paciente, Yolanda de la Torre.

En el hospital Virgen del Rocío (centro en el que le ayudaron a tratar unas graves hemorragias que sufría por un rechazo a las plaquetas que le transfundían) no se atrevían a emitir un informe favorable al trasplante y, por ese motivo, justo hace un año no pudo ser trasplantada en el Reina Sofía. «Pero, hemos suplicado en todas las instancias que han hecho falta en el último año para que le hicieran el trasplante, que mi hija tenía derecho a intentarlo, aunque la operación no fuera bien», apunta esta madre.

A prueba de todo

Yolanda cuenta que, antes de saber su hija que sufría una aplasia medular muy grave (desaparición de las células encargadas de la producción de la sangre en la médula ósea) y que acabaría necesitando un trasplante de médula, a finales del 2017 sufrió una hipertensión craneal benigna. Los corticoides que le pusieron en el hospital Puerta del Mar para corregir este problema le causaron síndrome de Cushing, que provocó que esta chica aumentara unos 30 kilos de peso, con numerosas consecuencias añadidas, Meses después, al notar su familia que Manuela tenía muchos hematomas le hicieron un hemograma, que reflejó que no tenía plaquetas y que su médula no funcionaba y fue cuando dio la cara la aplasia medular. A pesar de todo lo vivido, esta familia se muestra ilusionada en que todo va a seguir saliendo bien, porque se ha abierto una puerta, que ha permitido volver a ver la luz, contando para ello además con el respaldo de la AECC en Córdoba, que además del apoyo de su responsable en el hospital, María Ángeles Pérez, les ha cedido en los últimos cuatro meses un piso para que Manuela y su madre descansen cuando salen del hospital. Y también agradecen estos padres el respaldo, dedicación y humanidad de los profesionales del Reina Sofía y de los otros dos hospitales de Sevilla y Cádiz, donde su hija, tan valiente, ha sido tratada.