La ganadería caballar cordobesa también está sufriendo las consecuencias de la pandemia del coronavirus SARS CoV-19 que ha penetrado en casi todos los países, y que provoca una emergencia sanitaria, afectando indirectamente a la agricultura y la ganadería, al incidir en la mano de obra que estas dos actividades primarias necesitan para su desarrollo óptimo.

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En lo que respecta a las yeguadas, estas continúan con la mayoría de los trabajos propios de esta época, manteniendo casi el mismo número de trabajadores, principalmente en las de mayor entidad, aunque algunas de las medianas y pequeñas están padeciendo una disminución en el número de trabajadores y del requerimiento de algunos servicios que no consideran necesarios, al paralizar algunas actividades que estaban planificadas para este periodo.

Actividades normales

La prohibición del movimiento de equinos entre comunidades autónomas y la disminución de la venta de caballos también están causando un efecto negativo en las yeguadas, que en el 2018 contabilizaban en Córdoba cerca de 20.000 cabezas de caballos, principalmente de pura raza española (PRE). Aunque todavía se realizan algunas transacciones entre ganaderos, estas están disminuyendo y algunos ejemplares que fueron vendidos a otras comunidades o a otros países no han podido concluirse debido a la prohibición de transporte de animales fuera de la región autonómica.

A pesar de la situación los ganaderos continúan con sus actividades normales de mantenimiento y cuidados sanitarios de los ejemplares, aunque la incidencia de la cubrición de yeguas depende de la dirección de la ganadería. Algunas, con una larga trayectoria histórica, y premiadas en concursos morfológicos y/o deportivos, continúan con la cubrición, principalmente la monta natural, seleccionando el semental y las yeguas destinadas a este fin, al tener que desistir de la cubrición dirigida por no contar con la presencia de los veterinarios, que acuden a las yeguadas solo en caso de necesidad.

A pesar de ello, estas ganaderías, como Yeguada Cuevas Bajas, Torrehermosa o Lovera, continúan planificando los ciclos ganaderos y realizan cubriciones de monta natural con el objetivo de que el próximo año nazcan nuevos potros. Otras, con menor potencial, han reducido el número de cubriciones ante la perspectiva de que las ventas caigan casi en la totalidad, motivadas por la situación económica.

En estas pequeñas ganaderías la afectación es mayor, prescindiendo del trabajo de algunas personas habituales en estas labores, reduciendo las cubriciones y la preparación de los ejemplares para los concursos morfológicos, focalizando estas atenciones en los caballos con más posibilidades. Un ejemplo de esta situación es la yeguada Al Andalus, en Castro del Río, que continúa volcada, según su propietario, José María Mármol, en las próximas competiciones, que, aventura, posiblemente comiencen a finales de septiembre u octubre. Ante esta posibilidad, Mármol cree que hay que estar preparados, pero con los ejemplares que pueden conseguir buenos resultados. Una de las metas sería la celebración del Salón Internacional del Caballo Español (Sicab), a finales de año, que, según Mármol, supondría un incentivo para revitalizar la comercialización.

Las ganaderías grandes continúan con su labor en todos los aspectos y se encuentran preparadas para participar en cualquier momento en la competición, y con capacidad para mantener la actual situación como ante de la crisis durante más tiempo, continuando con el ritmo normal en este tipo de explotaciones; aunque algunas, de menor entidad, pueden llegar a la desaparición.

Cuevas Bajas, Torrehermosa y Lovera, entre otras, continúan con sus labores cotidianas. La primera, con caballos PRE y hannoverianos que compiten en enganches al más alto nivel; la segunda y la tercera, de pura raza española y que se dedica a la competición deportiva y a la venta de ejemplares.

El futuro

Ante el futuro hay que mantener una cierta prudencia, a pesar de que las labores continúan prácticamente al mismo ritmo que antes de la pandemia, según el presidente de la Asociación de Criadores de Caballos Andaluces PRE de Córdoba, Enrique Lovera, y director gerente de Yeguada Lovera. Para Lovera, habrá que «reinventarse» cuando se levante el confinamiento, manifestando una absoluta confianza en que el sector del caballo volverá a ocupar el lugar que ha mantenido durante siglos, entre otras cuestiones porque forma parte de la cultura española, aunque requerirá un gran esfuerzo. Esfuerzo que se realiza entre mascarillas y distanciamiento social.

Los picaderos, por su parte, están atravesando una situación dramática. Ante la inactividad de competiciones, rutas ecuestres y clases, algunos clientes han trasladado los caballos a sus fincas, reduciéndose los ingresos de los picaderos, que continúan manteniendo los ejemplares de su propiedad, con paseos -está prohibido montar- y ejercicios a pie de tierra. A esto se suma el incremento de los piensos. Ante esta situación, picaderos como El Cañuelo, regentado por Inmaculada Estevez y Rafael Castaño, se encuentran en una encrucijada ante un futuro incierto por parte de la competición. A pesar de estas dificultades, están adaptando las instalaciones ante la posible vuelta de la actividad. El Club Hípico de Córdoba, la entidad decana de la equitación cordobesa, continúa con el mantenimiento del centenar de caballos que tiene, y con actividades de paseo a pie y en andadores. Aunque la prohibición de montar hace que la doma esté paralizada, estos servicios de movimientos a la cuerda lo realizan de manera gratuita a sus socios. A pesar de ello y de estar adaptando las instalaciones con medidas de seguridad e higiénicas, que ya habían comenzado antes del inicio de la pandemia, su gran preocupación sigue siendo la incertidumbre sobre el futuro de las actividades ecuestres y las competiciones deportivas, manifiesta el gerente del Hípico, Carlos Sendino.