La vida no para por mucho coronavirus y estado de alarma que nos rodee, y si hay algo que es imposible prohibir, por muchas restricciones que nos impongan, es venir al mundo. Aunque dar a luz estos días también ha cambiado en algunos aspectos, empañándose de alguna manera la felicidad de ser padres por el hecho de no poder compartirla con los seres queridos, ahora en confinamiento, además de los temores al contagio de sus pequeños e indefensos hijos, la falta de ayuda familiar o algunos problemas legales debido a la casi paralización de la actividad, que también ha afectado a la Justicia. En este sentido, las nuevas normas establecen unos servicios mínimos que no incluyen la inscripción de los nacimientos en el Registro Civil, que ahora deben hacerse «en plazo perentorio», una expresión que significa que la inscripción se puede realizar solo el último de día de plazo, que es de 30 días naturales después del nacimiento. Por eso Alma, Lucía, Minerva y Mya, nacidas en los últimos días, se encuentran en un limbo legal que está ocasionando importantes problemas a su padres, ya que no pueden legalizar su situación laboral a la hora de pedir las bajas de maternidad y paternidad, puesto que requieren el registro del recién nacido.

En este caso se encuentran Jesús y Lucía, que son padres de un niño de dos años y el día 22, en el hospital Reina Sofía, recibieron a Lucía, a la que todavía no conoce el resto de su familia. «La experiencia ha sido un poco más fría que cuando nació nuestro primer hijo», dice Jesús, que ha echado de menos el calor familiar, además de tener «mucha más angustia por la incertidumbre de este virus, ya que es un ser que acaba de nacer y no sabes cómo va a reaccionar». Pese a su conocimiento, «siempre te pueden sorprender otras cosas», continúa Jesús, cuya experiencia a la hora de registrar a la pequeña está siendo dura, ya que tanto él como su pareja necesitan hacer ese trámite para solicitar su permiso de paternidad.

«Lucía tiene su baja, pero la Seguridad Social nos pide el registro de la niña para tener la de maternidad y poder cobrar», prosigue Jesús, que se lamenta de que «nadie te asesora» y, además, «mi hija todavía no es una persona física, no tiene ni derechos ni garantía alguna». «Estamos muy felices de que Lucía esté bien, eso es lo más importante», pero «ahora no sabemos el tiempo que vamos a estar sin cobrar porque todo se está retrasando», se queja Jesús.

PRIMERIZOS Y AISLADOS // Tampoco han podido inscribir a su pequeña Alma Cristina y Francisco Manuel, que afrontan la paternidad por primera vez llenos de temor al contagio. «Nos da miedo incluso de nuestra propia familia», dice Cristina, que dio a luz hace 15 días en el hospital San Juan de Dios en un momento en que sus familiares más cercanos pudieron conocer a la pequeña, aunque inmediatamente después llegó el aislamiento y desde entonces estos padres primerizos cuidan en soledad de su hija.

«Estamos todo el tiempo pendiente de ella, si tiene fiebre, moquillos…», señala la madre de Alma, que muestra sus miedos ahora que tiene que llevarla a revisión médica y, por tanto, salir a la calle. «Me da pánico todo el mundo», reconoce Cristina, que ante las dudas de madre primeriza acude al teléfono y a la videollamada con su madre y la de su pareja en todo momento.

«Las abuelas están fatal por no poder verla, besarla, abrazarla», continúa esta joven madre, que asegura que se siente afortunada porque, aun con todos estos inconvenientes, no han tenido ningún problema de salud y «todo va bien porque es muy buena, solo come y duerme» y «yo también me encuentro perfectamente tras el parto».

Arancha y Maikel también han sido padres por primera vez y su situación es similar a la de estas parejas. Mya nació el pasado martes en el hospital Reina Sofía y el miércoles ya estaba en casa con sus padres, cuando lo normal es pasar en el hospital las primeras 48 horas de vida. «Tal y como está la situación, si el bebé y la madre están bien te dan el alta para evitar problemas», comenta Arancha, que también echa de menos a su familia y amigos, con los que quisiera compartir la emoción que siente en estos momentos.

Esta joven madre asegura no haber sentido muchos temores ante el nacimiento de su pequeña en medio de esta crisis sanitaria porque «los médicos y la matrona me han tranquilizado mucho, ya que me aseguraban que aunque yo estuviera contagiada no afectaría a la niña» y, «mientras estemos en casa, aislados, no tiene por qué pasar nada». Como los demás, suple el contacto físico con videollamadas con sus familiares, con quien resuelve sus dudas. «Las abuelas lo llevan muy mal y no paran de llamar por teléfono, que echa chispas», bromea Arancha, que está a la espera de hacer la prueba del talón a su pequeña y de inscribirla en el Registro Civil para solicitar su baja maternal.

Eva fue madre por segunda vez el pasado día 19 y esta ha sido muy diferente a la primera. «Al llegar no dejaron pasar a mi marido hasta que no me llevaron al paritorio, y a las 24 horas del parto pedí el alta» recuerda esta madre, que explica que «solo mis padres conocen a la niña porque se quedaron en casa con la pequeña». Esta situación le provoca «pena» porque le encantaría que todos su seres queridos pudieran verla. La pareja también está sufriendo las consecuencias de los servicios mínimos en Justicia, ya que el no poder registrar a su hija hasta pasados 30 días del nacimiento supone «no poder tramitar mi baja maternal y obtener la prestación de la Seguridad Social», y lo mismo le sucede a Antonio, su pareja. En cuanto a los temores al contagio, reconoce que tuvo miedo cuando llevó a la pequeña al centro de salud para que le hicieran la prueba del talón. «Estaba vacío, todo el mundo con mascarillas... Daba un poco de miedo».

Marga y su esposo serán padres de nuevo en los próximos días y también sienten algún temor ante la anómala situación que nos rodea y sus consecuencias. «Me da pena tener que vivir el posparto aislada, sin poder compartir esta felicidad con la familia y amigos», aunque «lo importante es que todo salga bien», asegura Marga, a la que le preocupa «mucho» el contagio.