Desde hace un tiempo, la barba ha vuelto en todo su esplendor y con ello un oficio que parecía en extinción. Muy lejos de eso, el de barbero es un trabajo en auge debido a las nuevas modas y tendencias. El movimiento hipsters le debe mucho a este resurgimiento del vello facial, y las caras limpias y afeitadas han quedado atrás en el ranking de la modernidad. Así, barberías y peluquerías masculinas son hoy uno de los negocios más rentables porque han conseguido llegar a ese público y recuperar la tradición del corte clásico y el arreglo de barba. A los hombres también les gusta cuidar su estilismo, su cabello y su piel. Por eso, cada vez son más los que desean ser atendidos por un barbero especializado en corte masculino y conocedor tanto de las nuevas tendencias, como del estilo tradicional.

Y Córdoba no se ha quedado atrás en este negocio, cuyos clientes se mueven en una amplia horquilla de edad. En los últimos años, el viejo oficio del barbero ha resucitado en la ciudad con múltiples establecimientos que cubren esta demanda, porque tener una barba bien arreglada requiere su trabajo. Uno de ellos es La Barbería de Córdoba, en el Realejo, regentada por Juan Antonio Aguilar, que asegura que las tendencias llegadas de Estados Unidos tienen mucho que ver con el resurgimiento de «barbas largas, muy trabajadas y pulidas», que no todo el mundo sabe cuidarse en casa. «Las barbas son muy recias, muy duras y secas y necesitan un cuidado más intensivo, con buenos tratamientos de aceites, bálsamos y productos apropiados», que hay que aplicar con cierta periodicidad.

«La media de tiempo que recomendamos entre un arreglo y otro es de unos veinte días, aproximadamente», señala Aguilar, que reconoce que cada servicio tiene un precio, y la carta es muy amplia. Pulido, perfilado, o trabajado a la vieja escuela son algunos de los rituales que recaen sobre el vello facial, y suele costar entre los 9 y 13 euros. Por otro lado, Aguilar asegura que esta moda ha alcanzado a todas las edades. «Yo he convencido a muchos clientes de 50 años para que se dejen barba y cinco años después la siguen manteniendo».

Y con la resurrección del oficio, también vino la innovación, lo que se refleja en la decoración de estos establecimeintos, que han cambiado el viejo sillón de barbero por la combinación de mobiliario y decoración clásica con elementos de inspiración industrial, como lámparas de metal, ventiladores retro y complementos de madera recuperada y acero forjado.

Por su parte, en Ciudad Jardín Ismail regenta la Barber Shop que lleva su nombre y, como Aguilar, también ha visto crecer sus clientes con barba. «En los últimos dos años ha habido un gran auge de la barba y, además, cuidada», indica el peluquero, que también tiene clientes de muchas edades, aunque, dice, los jóvenes «casi se preocupan más por la barba que por su cabeza».