Doce del mediodía. La puerta está abierta, suena la música y cualquiera es bienvenido a bailar. Sobre las lonas, decenas de jóvenes se mueven guiados por un ritmo contundente que les hace reír y contactar con la mirada. Fluye el buen rollo. Todos parecen conocerse, cada cual interpreta el sonido y deja que su cuerpo se mueva sin guion. Una canción los acelera y algunos se quitan las camisetas y se mueven con gestos provocativos, subiendo la temperatura de la sala, que se contagia de entusiasmo. Solo quieren estar juntos y dejar que la energía que desprenden, cargada de hormonas, se canalice en forma de danza.

Cada generación tiene sus formas de expresión, de entender la música y el arte. Si en los ochenta poblaron las ciudades rockeros y punkies de crestas afiladas, ahora se impone la gorra rapera, los tops cortos, las mallas, el chándal y los ritmos hiphoperos. Cordoisback llenó ayer la sala de barrio de Fidiana de jóvenes, más de 200 participaron de la mañana a la noche en las actividades propuestas, deseosos de expresar lo que sienten con el cuerpo, a su manera. Según Rubén, un profesor de break dance de Huelva, «estos encuentros sirven para hacer comunidad, pasarlo bien y compartir». Después de diez años compaginando su actividad profesional con la enseñanza de esta forma de danza urbana, define su estilo como «libre, sin normas, sin prejuicios». En su opinión, la esencia del break consiste en «crear tu propio estilo para crecer como persona». Mané, su alumno, confiesa que se metió en el mundillo «porque de pequeño vi Fama y quise aprender a bailar así». Eso le llevó a buscar una escuela y conformar su estilo.

Y es que, el break, el locking, el dance hall o el hip hop exigen una gran dosis de entrenamiento. Según José Antonio Grueso, coordinador de la jornada Cordoisback, al encuentro de ayer recibió a numerosos profesionales, pero también jóvenes que practican la danza urbana como hobby «dedicándole muchas horas de preparación y esfuerzo».

Grueso describe el perfil del aficionado a esta forma de expresión como «gente interesada por la música, la superación personal y el esfuerzo físico» y destaca la capacidad del hip hop «para crear una subcultura ligada a la música y la danza».

Con esa filosofía, el día transcurrió entre batallas de baile, debate, improvisación, coreografía y shows de rap. También hubo competición y premios a los mejores en cada disciplina. Al terminar la jornada, la comunidad hip hop arropa a los visitantes. Se les ve gente sana con mente sana en cuerpos sanos. Mola.