Una cosa son las estadísticas oficiales, que reflejan un descenso de la ocupación hotelera y otra la realidad, que, según el teniente de alcalde de Turismo, Pedro García, incluye las pernoctaciones que se realizan en las más de 2.000 viviendas turísticas que existen en Córdoba y que quedan al margen del Instituto Nacional de Estadística. Según García, la demanda de este tipo de alojamiento «se ha quintuplicado en los últimos años», generando un trasvase de turistas sobre el que no hay datos oficiales.

Para el Ayuntamiento, no hay duda de que en el 2018, Córdoba creció en demanda turística aunque no precisamente en turismo de calidad, que es al que pretenderá atraer a partir del 2019 con el Palacio de Congresos como principal gancho. Según el concejal y el director general de Turismo del Ayuntamiento, Jesús Ligero, para el próximo año el reto es «reducir el turismo de masas que satura la Judería y atraer más congresos para que las pernoctaciones crezcan también entre semana». En el balance turístico del año cerrado, García destacó la mejora de la oferta cultural de la ciudad, con citas como Kalendas, el festival Riomundi o todas las actividades en torno al mundo ecuestre y que, en su opinión, vienen a completar la agenda de la ciudad, «en la que ya es imposible encontrar un fin de semana sin un gran evento».

El Instituto Municipal de Turismo prevé tener en este primestre el dictamen de la comisión sobre la tasa turística, que determinará el modelo a implantar. Algo más tardará la que trabaja sobre viviendas turísticas y que pretende impulsar mejoras en el registro único y establecer los límites sobre cuándo esos alquileres son explotación económica y cuándo economía colaborativa, de cara a fijar tasas o impuestos.