Tanto Pedro Jurado Ruiz, padre, como Pedro Jurado Notario, hijo, eran grandes amantes de la naturaleza. «Incapaces de matar una lagartija», comentaban ayer sus vecinos. Quizás por ello, Pedro, el padre, que conducía hacia el médico -estaba de baja por enfermedad-, quiso esquivar la oveja que se cruzó en su último viaje. Cuando saltó la noticia de que los fallecidos eran vecinos de Montoro, muchos se preguntaban que quién había tenido la fatalidad de pasar en ese instante y por ese lugar cuando se atravesaba un animal descarriado. Al poco tiempo se conocían los fallecidos. El temor a la reacción de sus familiares y amigos ante tal luctuosa información presagiaba luto y consternación, como así lo proclamó a media tarde la alcaldesa de Montoro, Ana María Romero, quien decretó tres días de lujo, banderas a media asta y crespón negro «porque para nuestro pueblo ha sido toda una tragedia».

El padre era empleado del servicio de caminos de la Mancomunidad de Sierra Morena. Ambos eran aficionados al arte de cúchares, colaborando con la Asociación Cultural Taurina de Montoro. El joven, siempre apegado al padre, ayudaba al Club Deportivo Montoreño, era miembro del Imperio Romano y colaboraba con la cofradía de la Vera-Crux. Con los ojos empañados, los que los conocían no daban crédito. «Es una pesadilla», clamaban. Hoy se les hará la autopsia y el entierro está previsto para mañana. Mientras la mujer sigue en la UCI, el funeral será a las 16.30 horas de hoy en la iglesia de San Bartolomé.