«Lo mires por donde lo mires, no tiene sentido. Sacan una ayuda porque la situación es de emergencia para muchas personas y primero te marean con un millón de papeles para presentar la solicitud, por internet y, cuando por fin consigues hacerlo todo, tardan meses en responder. ¿No entienden que es una emergencia, que si uno no tiene para comer, para vestir a sus hijos o para pagar las facturas, eso no puede esperar?». Carmen Rodríguez, vecina del Guadalquivir, se sulfura cuando habla del tema. En junio presentó la solicitud del ingreso mínimo vital y a día de hoy sigue «en trámite».

En su casa viven ella, su marido, su hijo, su hija y sus tres nietos. Viven todos allí aunque su hija tiene su piso, pero no puede pagar la luz y están a oscuras. «Yo no sé quién pensará estas cosas, pero lo hacen todo para que parezca que dan ayudas y luego, nada de nada. Mira, yo no tengo ordenador y me las he visto negras para presentar la solicitud, como en los Servicios Sociales no te atienden...», comenta. «En mi casa -relata-, el único ingreso que hay es lo que yo saco limpiando casas, cuando me sale alguna, o pidiendo en la parroquia». Su hijo se sacó el título de ayudante de cocina y ahora con el covid «eso no tiene salida», sentencia. Su marido era platero y luego albañil, «pero nunca ha estado asegurado y ahora está en el paro». Su hija hizo «Jardín de Infancia, pero no tiene trabajo y su marido vendía coches, pero ahora tampoco tiene trabajo». La ayudaron a presentar los papeles «en la manzana 17, donde hay unos chavales muy apañados que son los que nos están ayudando - explica- . Lo echamos mi hija y yo y todavía estamos esperando, es de vergüenza».

La historia se repite. Isabel Luna es madre de una niña, está divorciada, pero no recibe manutención y cada año se va a trabajar a Ibiza 6 meses como camarera de piso y con lo que gana vive el resto del año. «Lloro mucho por separarme de mi hija, pero es lo que hay -comenta-. Pero este año con el covid no he podido ir, así que tengo 430 euros de ayuda contributiva que se me acaba en unos meses». Presentó la solicitud en junio, nada más salir, «luego me pidieron el empadronamiento y una declaración jurada -explica-. A los cuatro o cinco días, llamo al número para ver cómo va y me dicen que está anulada, me iba a dar algo». Luego resulta que estaba «en estudio, no denegada y aún no sé nada». Isabel no quiere una ayuda, «lo que quiero es un trabajo, pero como no hay, de algo tendremos que vivir», explica. También a ella la ayudaron en Encuentros en la Calle a pedir el IMV. «En Servicios Sociales no te hacen caso, llamas mil veces y cuando por fin te cogen el teléfono te dicen que ya te llamarán y cuando te llaman, no te solucionan nada, aquí hay gente humana y te echan una mano aunque ese no sea su trabajo».

En algunas casas, ya han recibido el no a su solicitud. Araceli L., de 58 años, vive con su pareja, de 61, y las dos están en paro. Presentó la solicitud en junio y hace tres semanas le vino denegada. Ella cobra 430 euros de ayuda y su mujer 430 porque sufrió una angina de pecho y no puede trabajar. «Como superamos lo que ellos han puesto de límite, la deniegan, sin tener en cuenta -narra- que el alquiler del piso son 460 euros, que tenemos que tener un teléfono para médicos, el paro... que cada mes pagamos 53 euros en medicinas por la angina de pecho, la luz...». En esta casa, recalca, «ni fumamos, ni bebemos, estamos comiendo de lo que nos dan en la parroquia, arroz, habichuelas, lentejas y esas cosas a las que luego hay que echarle algo...». Charcutera de profesión, sufre cinco síndromes crónicos, pero está formándose como carnicera con Cruz Roja. «Yo invitaría a los que creen que se puede vivir así a probar un mes».

Rubén la presentó en junio, le contestaron que estaba aprobada en julio y cobró el 25 de agosto. En el 2020, no ha tenido ingresos, pero le han concedido solo 208 euros por lo que ingresó en el 2019 de la ayuda al alquiler y unos meses que trabajó. Vive solo y alquila una habitación que le cuesta 150 euros al mes. «El primer ingreso, como no tenía la resolución y te pagan con retroactividad desde junio, no sabía lo que sería la mensualidad -explica-. Ahora he presentado una reclamación porque han hecho la media con el 2019 y no con el 2020, eso no es así», se queja. Se conoce bien la norma, él mismo está ayudando a otros a presentarla como voluntario en el Rey Heredia, donde come a diario en el comedor. «No sé cómo quieren que sobrevivamos así».