El entorno de San Nicolás de la Villa es uno de los más emblemáticos del Centro Comercial. Aquí los edificios antiguos conviven con la modernidad de las nuevas propuestas arquitectónicas y en sus pequeñas callejuelas las viejas y nuevas construcciones se dan la mano.

El Bulevar del Gran Capitán es el centro neurálgico de esta parte de Córdoba, una zona que ya en época romana adquirió gran importancia y que no ha querido desprenderse de ese brillo que le confiere a las ciudades el privilegio de estar en el centro del centro.

El Bulevar fue un proyecto del arquitecto Pedro Nolasco Meléndez, quien planteó abrir una calle que uniera Gran Capitán con la actual Ronda de los Tejares para facilitar el acceso a la estación de ferrocarril que se estaba construyendo. Esa decisión cambió para siempre el entorno.

Según relata Teodomiro Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba entre las calles Gondomar y la actual Gran Capitán se levantaba el Convento de San Martín, unas dependencias construidas sobre el antiguo Palacio de los Comares. Con la desamortización de Mendizábal llegó la supresión del convento y con ello la demolición del edificio (un trabajo que realizaron presidiarios) y la supresión del Paseo de San Martín, que corría paralelo al cenobio.

El Ayuntamiento comenzó a realizar expropiaciones para hacer realidad su proyecto, según los documentos que figuran en el Archivo Municipal. En uno de los solares que quedaron libres se construyo el antiguo Café Gran Capitán y al lado, el Gran Teatro de Córdoba.

El Gran Teatro

El Gran Teatro tuvo un comienzo difícil. El primer intento de construir el coliseo fue del ingeniero Juan de la Cruz Fuente, pero éste abandonó el proyecto y le vendió la propiedad al banquero Pedro López. A partir de ahí, el edificio, encargado al arquitecto Amadeo Rodríguez, comenzó a tomar forma.

El Gran Teatro abrió sus puertas por primera vez el día de Pascua de Resurrección de 1873, un 13 de abril, con la ópera Martha, de Friedrich von Flotow, ante la expectación de toda la ciudad que llevaba meses siguiendo la evolución de la obra gracias a las crónicas de la época.

Ya entrado el siglo XX se abriría muy cerca de allí un nuevo teatro, el Duque de Rivas, que cerró sus puertas definitivamente en la década de los 70.

El Bulevar se convirtió en un lugar de encuentro de la ciudad, de bares y terrazas, desde su apertura y se ha mantenido así a lo largo del tiempo, a pesar de las múltiples transformaciones que ha tenido esta vía.

Porque hasta el último tercio del siglo XX estuvo abierto al tráfico. De hecho, en los años 80 se proyectó hacer un aparcamiento subterráneo pero el inicio de las obras trajo consigo el descubrimiento de numerosos restos arqueológicos que dieron al traste con el proyecto. Los vestigios del pasado, principalmente romanos y árabes, se taparon y finalmente se llevó a cabo un proyecto de remodelación, obra del arquitecto Juan Serrano, que se terminó en 1989, y que le confirió al paseo su fisonomía actual.

Cerca del bulevar, en este entorno, se encuentra otro de los paseos más transitados de Córdoba, el de la Victoria, un espacio construido en una zona que en el XIX estaba situada a las afueras de la ciudad y al que se accedió a lo largo de los siglos por la llamada Puerta Gallegos. Éste fue uno de los accesos más importantes de la Córdoba romana. Frente a la antigua puerta se encuentran los túmulos funerarios puestos en valor hace pocos años y que en origen se encontraban extramuros de Córdoba.

En esta avenida hubo hasta principios del siglo XIX un convento, el de Nuestra Señora de la Victoria, exclaustrado en 1810. El edificio pasó a manos privadas y después se vendió al Ayuntamiento, que procedió a su derribo para ampliar «el Real de la Feria», como relata Ramírez de Arellano, una fiesta que permaneció en este lugar hasta la última década del siglo XX.

En este espacio se construyeron lugares emblemáticos, como la Caseta del Círculo de la Amistad, hoy convertida en el mercado Victoria, y el Kiosko de la Música, y algo más arriba, los Jardines del Duque de Rivas, presididos por una escultura realizada por Mariano Benlliure en homenaje al escritor cordobés. Y junto a él, La Pérgola, de la década de los años 30 del pasado siglo, y hoy reconvertida en un espacio para la cultura y el esparcimiento en el centro de la capital.

Los templos

San Nicolás, el templo que da nombre a esta zona de la ciudad, es una de las iglesias fernandinas que se levantaron en Córdoba tras la victoria de Fernando III sobre el poder musulmán.

Aunque tuvo su origen en el siglo XIII experimentó varias transformaciones, de hecho su estética gótico-mudéjar se debe a la reedificación que se llevó a cabo en el siglo XV.

Esta iglesia conserva varias joyas, como su portada norte, obra de Hernán Ruiz II; la Capilla del Bautismo, del siglo XVI, donde según cuenta Ramírez de Arellano pudo ser bautizado El Gran Capitán; el retablo Mayor, de estilo barroco; y su torre, única por su forma, que según algunos autores fue el alminar de una antigua mezquita.

Muy cerca de allí se encuentra la Real Colegiata de San Hipólito cuya iglesia primitiva se remonta al siglo XIV como parte de un monasterio y un panteón real, pero las obras no terminaron hasta el siglo XVIII.

Entre las paredes del templo se encuentran dos sepulcros reales: los de Fernando IV, El Emplazado, y los de su hijo Alfonso XI, El Justiciero.