La organización agraria Asaja ha lamentado que el consumidor paga en diferentes productos un 817% más que el precio recibido por el agricultor de cereal, por lo que los bajos precios llevan a muchos de ellos a plantearse su transformación en leñosos como el olivar o el almendro, más rentables en este momento, y en otros casos se opta por abrir el abanico y buscar alternativas a las rotaciones tradicionales de trigo y girasol.

Esta entidad señala que la superficie de trigo blando en Córdoba ha bajado de 31.281 hectáreas en el 2015 a 22.358 hectáreas en el 2016, siendo la segunda provincia andaluza con mayor superficie por detrás de Sevilla (44.845 hectáreas) y seguida por Granada (10.356 hectáreas) y Cádiz (9.715 hectáreas). De este modo, aclara que esto se debe que el precio de la gran mayoría de las materias primas destinadas a alimentación tiene una tendencia positiva en destino, pero, sin embargo, el beneficio que recibe el agricultor por sus productos va en descenso.

Según detalla, esto es motivado tanto por el alto nivel de insumos que se aportan a las explotaciones como por el descenso en el precio que estos profesionales perciben en sus cosechas.

El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, ha afirmado que «con esta evolución, se deduce que en algunos eslabones de la cadena de valor, desde que sale del agricultor hasta que llega al destino, ha aumentado el margen de beneficio, pero el agricultor no ve incrementadas sus ganancias a pesar de que el precio final del producto haya aumentado». Asaja detalla que la subida de precio desde que un kilo de trigo sale del campo hasta que llega al consumidor de forma elaborada, bien sea mediante pan o pasta (excluyendo los aditivos), se cifra en un 817% en el caso del pan y un 710% en el caso de la pasta.