Septiembre ya está aquí. El día más temido por unos (y más soñado por otros), el de inicio o vuelta al cole tras las vacaciones, tuvo lugar ayer. Aún con horario escalonado, por aquello de amortiguar el impacto de la vuelta a la realidad, los centros escolares retomaron ayer su actividad en una jornada marcada por la «normalidad». Esa es la palabra que se emplea para definir la ausencia de incidentes, en la que se obvia algunas incidencias que sí tuvieron lugar. En el colegio Fernán Pérez de Oliva, por ejemplo, la presidenta del AMPA se encontró ayer con que los alumnos volvieron al centro sin que el verano haya servido para subsanar deficiencias. «Pedimos poco, solo que se arregle el problema de las alcantarillas del patio, que se anega cuando llueve, y el agujero que hay en una de las pistas». De climatización, toldos y sombras, prefiere no hablar. «Aquí no hay nada de eso y, además, los árboles chicos que plantaron se han secado y no los han respuesto». En su colegio, como en otros, cada vez hay menos niños y se pierden aulas.

A varios kilómetros, en la zona de Poniente, el colegio Al-Andalus, bilingüe de alemán casi en todas las aulas, empezó con alegría el curso. «Aquí tenemos dos splits por clase, así que no nos podemos quejar». Las clases están al completo de alumnos y en el comedor hay lista de espera. «Tenemos 282 comensales, así que igual tenemos que hacer dos turnos...», explica el director del colegio. También hasta arriba están en el colegio Noreña, donde una vez más han tenido que aumentar la ratio en la mayoría de las aulas y tienen lista de espera en el comedor. La climatización aquí también está resuelta, según la directora. Algunos de los alumnos que no entran en el colegio han estudiado en la escuela infantil concertada Giner de los Ríos, donde la crisis y la caída demográfica ha dejado sillas vacías pese a su innovador sistema educativo, atractivo para muchos padres. «Nos costó el dinero, pero estamos muy contentos con el resultado», asegura un padre que optó por este centro, «ahora los niños están en La Aduana, donde el calor no es un problema», bromea.

En el Eduardo Lucena, sin embargo, aún esperan una solución. «Deza nos ha concedido una ayuda para los toldos, pero queremos saber antes qué harán las administraciones», explica la presidenta del AMPA. Mientras, la Junta ultima la instalación de toldos en el colegio Nuestra Señora de Linares o en el Maimónides de El Higuerón.

En el colegio Ferroviario, la novedad este año tiene que ver con la incorporación del bilingüismo inglés en Primaria y el impulso a las cooperativas escolares que, según la directora, «continuarán con el proyecto de huerto escolar y la editorial». La normalidad también reinó ayer en los centros de Escuelas Católicas, atentos a los cambios en materia de movilidad en la zona centro que, según el concejal del ramo, Andrés Pino, «se harán efectivos por completo el 2 de octubre después de que efectuemos la entrega de tarjetas Acire y se inaugure el nuevo horario de carga y descarga. Hasta el 22 de septiembre, los colegios tendrán de plazo para entregar las solicitudes. En cuanto a la climatización, Del Pino reitera el compromiso municipal de «instalar aire en todos los centros donde no hay, un tercio de los 70 de la capital y donde solo hay en ciertas aulas». El Ayuntamiento está a la espera de un informe de Infraestructuras sobre el estado de las instalaciones eléctricas de los colegios públicos.