Lamentablemente, ya no es noticia que arda un vehículo en las calles de Córdoba, algo que anualmente se viene produciendo con unas cifras que rondan en la última década entre los 80 y los 100 incidentes registrados al año, según los datos periódicos que ofrece SEIS y dependiendo del periodo de 12 meses que se escoja. Los últimos ayer mismo, en el Camino Viejo de Almodóvar, dos vehículos quemados a las 6 de la madrugada.

De hecho, los incendios de coches suponen, casi sin variaciones notables los últimos años, en torno a un 20% del total de actuaciones de los bomberos en la vía pública en el término municipal, con lo contenedores como el primer elemento que sufre incendios (a una media de dos contenedores cada tres días, entre el 55 y el 60% de los casos). Las intervenciones por basuras acumuladas, papeleras y enseres suelen ser el otro 20% de actuaciones del casi medio millar que apagan los bomberos del SEIS. A nivel nacional, se estima que arden 7.000 contenedores al año, mientras que los vehículos de incendios la cifra es proporcionalmente muchísimo mayor a la de la capital califal: unos 2.000 coches incendiados.

Pero en los polígonos industriales de La Torrecilla y Amargacena llama la atención una serie de fuegos que se vienen produciendo desde el 20 de agosto del año pasado, cuando ardió una furgoneta a las 2.20 horas. Y es que en total suman seis vehículos calcinados. Los otros cinco se trata de turismos que ardieron el 20 de octubre, el 19 (dos coches) y el 27 de enero, con otros dos vehículos afectados.

Algo muy raro

Y... ¿Qué es lo que hacen extraños los incendios de coches en el polígono de La Torrecilla en los últimos meses? En principio, su propio número, ya que esos seis vehículos siniestrados vendrían a suponer algo así como el 8 al 9% de los coches que generalmente se incendian en toda la ciudad y a lo largo de un año completo.

Y en segundo lugar, y lo más llamativo, porque no parecen obra de ningún pirómano. Alguien está usando La Torrecilla como un incinerador de coches.

Un ejemplo: el incendio del último domingo de enero no hace más que levantar sospechas. Primero, por la rapidez que se provocó y, segundo, ya que el vehículo se encontraba en mitad de una calzada, por lo que de haber llevado un cierto tiempo aparcado habría levantado las sospechas de la Policía o del servicio de vigilancia que frecuentemente se mueve por las calles del polígono industrial entre sus desplazamientos para revisar naves y demás instalaciones de empresas clientes.

Así, solo cabe una explicación para este tipo de incendios (los de los días 19 y 27 de enero), que en ambos casos calcinaron en poquísimo tiempo un coche desde el que se extendieron las llamas (posiblemente de forma causal) a otro vehículo que también ardió: alguien llegó en un turismo, aparcó a toda prisa, le prendió fuego y huyó en otro coche que le esperaba.

¿Por qué? Fuentes policiales consultadas descartan razones como el intento de eliminar pruebas en los coches por haber participado en robos o en tráfico de drogas. Sin embargo, no ha trascendido cuál es la línea de investigación que actualemente se tiene para esclarecer estos incendios.

Las circunstancias, sin embargo, no le han pasado desapercibidas a la Asociación de Empresarios de La Torrecilla y Amargacena (Apreama), presidida por Rafael Sandoval, que va a mantener una reunión para informarse y coordinar medidas con la empresa de seguridad que está implantada en la zona con numerosos clientes.

Y de entrada, parece que en algo ya hay un acuerdo: «Los empresarios tienen que concienciarse de que la seguridad no es un gasto superfluo, y mientras más seamos, los costes se abaratan», resume Francisco García, secretario técnico de Apreama.

Así, y mientras la Policía hace su trabajo y los empresarios toman cartas en el asunto (no es la primera vez que desde Apreama su presidente ha pedido un mayor esfuerzo de vigilancia por parte de la Policía), cabe preguntarse si este fenómeno de quema de coches en lugares más o menos solitarios por la noche es el mismo que explica otros casos en la ciudad, como los múltiples sucesos registrados también los últimos meses en la calle Atlántico (en Arroyo del Moro) y, sobre todo, en la calle Melilla (Fuensanta). Cabe recordar el caso, ya citado, producido ayer en la calle Camino Viejo de Almodóvar.

Una cierta inquietud

En todo caso, el extraño fenómeno también permite hacer una pequeña radiografía de cómo se percibe la seguridad en La Torrecilla y recordar su situación actual. Al respecto, decir que se vive con «alarma» sería mentir. Aunque también es cierto que ir contemplando coches y contenedores quemados camino del trabajo, aunque sea de vez en cuando, no es agradable y sí produce cierta inquietud. La presencia de prostitución por la noche en algunos meses, destrozos en coches por la noche (este verano hubo varios incidentes) tampoco ayudan.

Así, sí que puede hablarse de «preocupación» en unos momentos en los que La Torrecilla y Amargacena han vuelto a recuperar buena parte de la actividad en horas punta, con mucho transporte de mercancías y de trabajadores yendo y viniendo a lo largo de la jornada laboral, tras los años más duros de la crisis en los que casi llegó a parecer un poblado fantasma. De hecho, aún es perceptible la bajada del movimiento por la tarde respecto a hace década y media, quizá achacable a la progresiva implantación de la jornada intensiva. Y todo ello con unas noches particularmente tranquilas, salvo algún misterioso y ardiente sobresalto, claro.