«Llegué con un pack completo de adicción a alcohol, cocaína y ludopatía y aquí me han salvado la vida, he recuperado la libertad gracias a una disciplina férrea». Así de rotundo se muestra Raúl, un padre de dos hijos de 44 años que acudió hace dos a Proyecto Hombre en busca de ayuda después de dos décadas de vida descontrolada. «Vine cuando toqué fondo, me odiaba a mí mismo, me maldecía, vivía en un pozo», explica, «me gasté todo el dinero de mi casa y me volví un mentiroso compulsivo». Jefe de cocina de un bar, su adicción se trasladó a sus compañeros «con un carácter agrio y agresivo», recuerda. El ambiente en casa se deterioró hasta que un 6 de enero Raúl se gastó 1.500 euros una noche y, al día siguiente, no tenía para comprar ni un cartón de leche. «Ese día descolgué el teléfono y pedí ayuda». Desde que empezó las terapias su vida ha dado un giro total. «Me costó al principio cumplir las normas tan estrictas que me obligaban a ir siempre acompañado y sin dinero, por ejemplo, pero ahora me alegro porque soy un hombre nuevo, tengo dinero, me quieren más, me río y además duermo mejor que nunca», asegura, «los adictos dormimos fatal por la culpa y la frustración». Raúl está en la última fase, a pocos meses de que le den el alta. «He salido del agujero gracias a mi familia y a Proyecto Hombre», afirma, «yo creí que no podría salir, pero se puede».