Josefa Jiménez residía en La Altea, donde tenía una parcela con una vivienda de 150 metros cuadrados y una nave de 40. En el momento de las negociaciones con AENA y los derribos, Josefa era la presidenta de la asociación de vecinos. Con motivo de la ampliación de la pista, la familia de Josefa Jiménez decidió mudarse a Majaneque, donde reside y asegura «estar muy a gusto», ya que tiene «una casa grande, con patio y terraza». Por la parcela que tenía en la Altea percibió 240.00 euros. Aunque el proyecto del aeropuerto le arrebató parte de su vida, confiesa que ahora se alegra porque un año después de los derribos de las 115 viviendas, la Altea sería una de las parcelaciones más afectadas por las inundaciones del 2010. A pesar de ello, asegura que no puede volver allí, «me pongo mala». Josefa, que también fue una de las últimas en abandonar su casa, piensa que «la ampliación del aeropuerto no ha servido para nada, solo ha valido para gastar dinero».

PEDRO ORTEGA / FONTANAR DE QUINTOS

"Aquello no ha servido para nada porque no vienen aviones"

Pedro Ortega vivía con su familia en la calle Pacífico de Fontanar de Quintos, en una parcela en la que tenía una vivienda de 260 metros con todo tipo de comodidades y piscina, cuatro cocheras de 60 metros y otra casa de 80 metros. De ahí se tuvo que ir a una vivienda mucho más pequeña en San Rafael de la Albaida, «porque no quería más casas ilegales». De aquella época recuerda que lo pasó «muy mal porque me tenía que ir y no me daban el dinero para comprar nada, ya que no te pagaban hasta que no entraban en tu casa». Por sus propiedades recibió 420.000 euros y su casa fue «de las últimas en caer». «Me quedé sin fuerza, estaba triste de ver lo que estaba pasando», afirma. Es más, al detectar la oposición vecinal, creó una plataforma de afectados. A su juicio, «los únicos que ganaron fueron los que tenían segunda vivienda, pero no los que residíamos allí porque todo estaba muy caro». Pedro piensa que todo aquello «no ha servido para nada porque no vienen aviones».