Antonio Jesús Rodríguez es profesor del departamento de Psicología de la UCO y miembro del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia (Laecovi). Experto en temas relacionados con la xenofobia, analiza cómo surge y cómo combatirla.

-El asesinato de George Floyd en EEUU ha agitado el mundo entero. ¿Cree que el racismo es una pandemia global que exige una respuesta global?

-Es muy difícil calibrar el efecto de este tipo de sucesos en un mundo globalizado. La historia muestra que el racismo ha existido siempre en mayor o menor medida. El nazismo fue un ejemplo de lo peligroso que es el discurso del odio, más aún en situaciones de crisis. Las últimas décadas han traído consigo grandes cambios a nivel global y la concatenación de crisis económicas, laborales, sanitarias, por hambrunas o conflictos. Cuando crece el discurso del odio hacia el considerado diferente, encontramos rebrotes de racismo o xenofobia. Pero es también en estas crisis cuando surgen personas e instituciones que estrechan lazos desde la cooperación y la solidaridad. El odio destruye y la cooperación construye.

-¿Una crisis supone inevitablemente un aumento del racismo?

-En los momentos de crisis, las minorías culturales corren más riesgo de retroceso o vulneración de derechos. Los grupos culturales en la sociedad global son como las constelaciones en el firmamento. Las crisis imprimen un giro acelerado al firmamento que hacen que las constelaciones -grupos culturales- se vean sometidas a fuerzas centrífugas que pueden hacer que choquen, se separen o desaparezcan. Gran parte de esas fuerzas están en el discurso del odio, pero existen otras fuerzas en sentido contrario que equilibran el sistema y hacen que las constelaciones culturales se mantengan cercanas: la educación intercultural, la cooperación o la solidaridad. El discurso del odio hace mucho ruido, pero no necesariamente representa a la mayoría. Hay que visibilizar que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

«El discurso del odio hace mucho ruido, pero no tiene por qué representar a la mayoría»

-¿Dónde deben establecerse los límites de la tolerancia?

-Creo que el discurso de la tolerancia en cierto modo ha hecho daño. ¿Qué significa tolerar? ¿Aguantarte con el otro diferente a pesar de que no te gusta lo que hace o lo que dice? En relación con la diversidad cultural, no se debe cultivar la tolerancia hacia el diferente sino el conocimiento, la valoración, el intercambio y el mestizaje con el diferente, por supuesto desde una apreciación sociocrítica. No todo tiene que ser aceptado. Lo importante es lo común y el camino que emprendemos de crecimiento mutuo: el interculturalismo. La tolerancia a las conductas racistas es totalmente inaceptable. Son un daño al individuo y a la colectividad. Son delitos y deben ser denunciados y juzgados. Y la tolerancia hacia los prejuicios culturales, aunque sean sutiles, debe ser cero. Hay que desmontar el discurso del odio hacia el diferente. Tolerar ese discurso social es como si vemos que agreden a alguien en la calle y miramos a otro lado.

-¿Cómo se aprenden los prejuicios racistas y cómo desmontarlos?

-Tanto los prejuicios racistas (manifiestos y basados en la creencia de dominio-sumisión racial) como los prejuicios culturales (sutiles y basados en la creencia de superioridad-inferioridad entre culturas) se aprenden en la infancia en sociedad a través de los dichos populares, chistes, de la historia contada desde un solo lado... Hoy se aprenden mucho en los contenidos digitales. Los prejuicios racistas, culturales, pero también sexistas y homófobos, entre otros muchos, impregnan los contenidos que inundan las redes sociales en las que jóvenes y mayores estamos inmersos. Para luchar contra esto, hay que educar a menores y mayores para que generen filtros y produzcan en sentido contrario. Para que detecten esos prejuicio y no solo no los reproduzcan sino que los desmonten. Hay que hacerlo en las familias, las escuelas, los medios de comunicación y las redes.

-¿A qué microrracismos debemos estar atentos?

-La mayor parte de la población solemos reconocernos como no racistas. Sin embargo, también la mayoría toma decisiones en base a prejuicios sutiles hacia otros grupos culturales. Las conductas de evitación al que es considerado de otra cultura u otro país son un ejemplo. Ello supone en el día a día para los miembros de minorías culturales una fuente de malentendidos y desencuentros que suelen terminar en discriminación. Recomiendo que vean la película Crash de Paul Haggis de 2004 para observar que los conflictos étnico-culturales siguen siendo básicamente los mismos en EEUU. Todos deberíamos hacer un ejercicio de revisión de nuestros prejuicios. Sería muy recomendable que las personas que trabajan con personas lo hiciesen de manera frecuente. Para el desempeño docente, debería formarse al profesorado sobre los prejuicios y técnicas para reducirlos.

-Los colectivos víctimas de racismo ¿pueden ser también racistas?

-En la sociedad, el racismo actúa como un búmeran. Se lanza con una intención y en el medio o largo plazo se recibe el impacto. El rechazo y maltrato entre grupos culturales puede avivarse en distintas direcciones. El racismo es una forma de violencia que no se puede erradicar con violencia.

-¿Qué colectivos son objeto de xenofobia en Córdoba?

-Hablar de lo que pasa en Córdoba, cada vez más, es hablar de lo que pasa en el mundo. Sin embargo, por suerte, las conductas claramente racistas son las menos reseñables en las interrelaciones en la ciudad. Ello no quiere decir que estemos libres de racismo. Existen formas de discriminación más sutiles que son comunes, como evitar relacionarse con el considerado diferente con el argumento de que se tolera al otro, pero que mejor que cada uno conviva con los suyos.