Antonio Pulido (Castro del Río, 1965) es presidente de la Fundación Cajasol desde 2009. Ligado al sector financiero desde 2006, cuando fue designado presidente del ya extinto Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Huelva y Sevilla, es doctor en Economía por la Universidad de Sevilla y ha sido testigo privilegiado de los años de mayor vértigo en la historia reciente del sector financiero andaluz y español.

A su alrededor ocurrieron las fusiones de cajas, las absorciones, intervenciones del Banco de España, y la tendencia a la concentración del sector bancario que aún sigue avanzando. Muchos de los que lideraron cajas y bancos en este tiempo han salido del tablero de juego. Pulido sigue y se siente «afortunado» por ello.

-La Fundación Cajasol mantiene una programación más constante que llamativa, que huye de los grandes eventos.

-Nuestras líneas de actuación son la cultura, acción social, formación y emprendimiento. La dedicación a la cultura había superado en los últimos años a la acción social y eso es positivo por una menor necesidad en la sociedad. Nuestro concepto de actuación pasa por el de «obra propia»: obra que hacemos o que hacemos con otros colectivos, consiguiendo más capilaridad, más cosas y menos grandes eventos, porque así entendemos que llegamos a más gente. Hemos apostado por sedes propias, que queremos que sean centros vivos de cultura, donde la gente participe y viva todas las actividades que se hacen. Ese es el concepto. La fundación tiene carácter andaluz y con Córdoba tenemos un compromiso cada vez mayor y que expandiremos cada vez más.

-Estamos en una situación muy grave por la pandemia, ¿eso ha provocado ya un nuevo equilibrio de los proyectos?

-Sí, ahora estamos mucho más enfocados a actividades sociales que culturales, porque hemos entendido que esa es la prioridad. Para el 2021, al menos para el primer semestre, tenemos previsto que la actividad social supere en mucho a las demás, sin querer olvidar el tema cultural, que es muy importante y lo defendemos a ultranza. Creo que la primera actividad pública que se hizo en Córdoba tras la primera ola de la pandemia fue una exposición aquí en nuestra sede. Lo hicimos, pero somos conscientes de lo que estamos viviendo y ya hemos incrementado un 20% el presupuesto para acción social en detrimento de la cultural.

-Programan de la mano de otros colectivos y empresas.

-Porque es mucho más cercano, la gente lo vive con más intensidad, también es más barato, podemos hacer muchas más cosas a menos precio. Optimizamos recursos y sale mucho mejor. Es más eficaz, llegamos a más gente y hay mucha más participación.

-¿Seguirán en la sede que tienen actualmente en Ronda de los Tejares, 32?

-Esta sede nos gusta por la ubicación y porque es muy versátil, pero entendemos que para el volumen de actividad que ha tomado la fundación y para la presencia que tiene en Córdoba, si encontráramos algún sitio más grande... Eso sí, céntrico y bien situado, nos lo pensaríamos. Estamos en esta sede porque era propiedad nuestra. No descartamos crecer en espacio, ya lo demanda el proyecto.

«Hemos incrementado un 20% el presupuesto de acción social para 2021»

-Esta afirmación va a provocar algunos ofrecimientos.

-Ya se han producido, pero queremos no equivocarnos y elegir el sitio adecuado.

-Usted ha sido presidente de El Monte, tras la fusión con Caja de San Fernando fue presidente de la resultante Cajasol, hizo la primera fusión interregional con Caja Guadalajara, ha presidido Banca Cívica, es miembro ahora del consejo de administración de Caixabank. Ha sido testigo y ha estado en el centro del proceso de reestructuración del sector financiero.

-Me ha tocado vivir un periodo intensísimo, durísimo, de la mayor transformación del sistema financiero en este país. Soy testigo y sufridor de esa transformación. También ha sido un reto apasionante haber hecho cuatro fusiones bancarias, el haber sacado una entidad financiera-caja de ahorros como era Banca Cívica a bolsa y una vez allí la integración con La Caixa, desde el punto de vista profesional y financiero, una vez superados esos obstáculos -otra cosa es que te pudieras haber quedado por el camino- me siento muy satisfecho de haber hecho las cosas que creo que teníamos que hacer en cada momento. Con modestia creo que, aunque se podrían haber hecho de otra forma, tomamos las decisiones más acertadas en cada momento.

«Creo que tardaremos cinco años para volver a la situación anterior a la pandemia»

-Ha dicho «sufridor», hábleme de ese sufrimiento.

-Una fusión genera mucha preocupación. Evidentemente, por la situación financiera del país, por lo que estaba suponiendo en la cuenta de resultados de tu entidad esa crisis económica, porque cualquier proceso de fusión conlleva reestructuración de equipos directivos, negociaciones colectivas, salida de personal, movilidad de personal y eso es un sufrimiento importante. Terminas tocando de una forma u otra a seres humanos y eso no lo llevas con satisfacción. No me gusta que haya tenido que salir gente, aunque han salido en unas condiciones extraordinarias; no me gusta que hayamos tenido que trasladar a gente, pero había que hacerlo. Hemos tenido que tomar muchas decisiones, mirando en el largo plazo para la supervivencia y la sostenibilidad de una entidad y por eso digo que, aunque hemos sufrido por el camino, me siento satisfecho.

-¿La reestructuración del sector financiero se ha hecho siguiendo el camino idóneo?

-Creo que en algunas cosas no se ha hecho el camino idóneo, pero no quiero personalizar. Y no hubiera hecho determinados procesos como se hicieron. De hecho, en algunos casos, y me remito a las hemerotecas, no han salido muy bien. Creo que faltó en un momento dado un mapa o una visión estratégica de todo lo que era el sistema financiero español y una hoja de ruta con las autoridades monetarias, el Gobierno y las entidades financieras, para que las fusiones se hubieran hecho con una lógica más económica financiera que por otro tipo de condicionante del momento, llámese localismos, presiones políticas, relaciones de afinidad o no afinidad entre directivos de uno o de otro. Yo no voy a entrar en cuáles, pero posiblemente si se hubiera hecho con una visión más general de conjunto, obviando otro tipo de condicionantes, podría haber salido mucho mejor. También se podría haber llevado otra estrategia, la de la no desaparición de las cajas de ahorros. Me remito a las cajas alemanas, las propias autonomías las apoyaron con diferentes fórmulas y aún siguen vivas.

-Usted habría apostado por la no desaparición de las cajas.

-Yo sí. Creo que tenían dos problemas: la gobernanza manifiestamente mejorable, el perfil de los gestores que tenían que estar al frente y posiblemente una mayor despolitización. Se podía haber solucionado con perfiles con la formación adecuada. Y el segundo problema era la capitalización: nos han exigido una serie de ratios, que no éramos capaces de cumplirlo porque no teníamos el instrumento de la capitalización. Otras entidades financieras lo hicieron muy rápido. Estaban tan bien o tan mal como las cajas de ahorros, pero acudían al mercado, hacían una ampliación de capital de miles de millones de euros, se capitalizaban y alcanzaban las ratios. Las cajas de ahorros no podíamos hacerlo. Si hubiéramos buscado fórmulas para solventar esos dos problemas, se intentó con las cuotas participativas, podríamos estar con un modelo similar al de algunas transformaciones de cajas de ahorros sin que hubieran desaparecido.

-Los principales indicadores demuestran que asistimos a un incremento de la pobreza, la exclusión y la desigualdad. ¿Por qué está ocurriendo?

-Ocurre siempre en todas las crisis, una tendencia a la divergencia, no a la convergencia, tanto en estratos de población, en zonas geográficas y en países. En el sistema capitalista, en épocas de crisis se aumenta esa desigualdad de forma evidente. Eso es un hecho. La pregunta sería qué podemos hacer para que esa divergencia sea menor. Yo no solo temo un problema de divergencia entre clases sociales en España, España ha ido convergiendo con su entorno, pero temo que suframos un proceso de divergencia todavía mayor con respecto a Europa. Tenemos que buscar medidas, políticas que eviten que se produzcan esas desigualdades tan apabullantes. Los propios ERTE son una medida para contener, el salario de subsistencia, ahora tenemos que mirar mucho a los que lo están pasando peor y buscar los mecanismos para ayudarles. Es una cuestión de ética social, pero además de lógica económica a medio plazo porque le vendrá bien a la sociedad tener esas clases medias que han sido el gran desarrollo de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Esa polarización es éticamente reprobable, pero además económicamente también es mala.

«No solo temo un problema de divergencia entre clases sociales, sino con Europa»

-Usted forma parte del sector financiero, ¿qué hacen los bancos por la gente?

-El sector financiero está haciendo lo que puede hacer, no cortar el grifo de los préstamos, estar en la primera línea con los ICO, inyectando liquidez y también ejerciendo su responsabilidad. Lo que no puede hacer es dar a quien sabe que no se lo va a devolver, porque no está jugando con su dinero, está jugando con los ahorros de otros. Una cosa es que no se sea muy restrictivo en políticas crediticias, pero siendo muy riguroso en la decisión de a quién se le da un préstamo. Para eso hay otras medidas: ayudas sociales, avales del Gobierno u otro tipo de cosas, pero el sector financiero tiene que jugar ese papel de impulsor de la actividad crediticia, bien a través de familias o de empresas, para que la actividad económica no pare.

-A la salida de la crisis sanitaria entraremos en la económica. ¿Jugará ese papel la banca en 2021?

-Vivimos en un marco de incertidumbre. Yo espero que ocurra pero no lo sé, porque depende de muchos factores. No sabemos cómo va a evolucionar el contexto internacional, no sabemos cómo va a ser la propia tendencia de la mayoría de la población. Las tasas de ahorro ahora son de las mayores de la historia, es lógico, porque estamos medio confinados, la gente no sale, no gasta... Cuando tengamos la vacuna, ¿va a haber más tendencia al ahorro o al consumo? En función del comportamiento social, veremos si el PIB va a crecer más o menos. Espero que 2021 sea positivo, que crezcamos, no soy pesimista, ni soy optimista antropológico, pero creo que tardaremos cinco años para volver a la situación de partida del inicio de esta situación de pandemia y en eso creo que soy realista. Supongo que los 90 millones de turistas no van a volver en un año, será escalonado y en estos cinco años tendremos que hacer un esfuerzo para volver a la situación inicial.

-Al sector financiero se le afea la exclusión financiera de determinados territorios, las dificultades que se ponen a determinados colectivos como los mayores para hacer sus operaciones, el cierre de sucursales como las conocíamos.

-Hay que hacer autocrítica con las cosas que se están haciendo mal y rectificar. También hay que tener una actitud pedagógica, de saber explicar las cosas. Si no se da un préstamo no es porque el banco quiera hundir a quien lo pide sino que tiene que mirar a quien le ha dejado dinero, el interés de los depositantes. Por eso digo que en el sector financiero hay que hacer pedagogía y autocrítica, hay cosas que no se han hecho bien. Y además, la banca, y lo eran las cajas de ahorro más que nadie, tenemos que difundir la responsabilidad social corporativa, la obra social, cultural y explicar que gran parte de los beneficios que tiene la banca vuelve a la sociedad a través de obra social, cultural, formación, etcétera.

-Con la perspectiva que ofrece el tiempo pasado, ¿qué hemos perdido en Andalucía al no tener una gran caja andaluza, algo que se intentó con la fusión fallida de Unicaja y Cajasur?

-No solo con Unicaja y Cajasur. No lo he contado nunca, pero hubo un intento para que Unicaja y Cajasol hubiéramos ido en una especie de UTE conjunta para pujar por Cajasur. No llegamos a hacerlo así, lo hicimos de forma individual y se le adjudicó finalmente a la BBK, que posiblemente tenía las mejores condiciones. Otra cosa es que nosotros lo intentamos por todos los medios, estuvimos en un hotel varios días con intercambio de papeles para poder haber hecho una oferta conjunta y le puedo decir que Cajasol lo intentó hasta el último momento. Creo que si la oferta hubiera sido conjunta entre Cajasol y Unicaja habríamos tenido muchísimas posibilidades y eso sí habría vertebrado financieramente todo el tejido andaluz.

«En el sector financiero, los localismos, visto lo visto, no tienen importancia»

-¿Y qué importancia habría tenido a día de hoy el haber contado con una gran caja andaluza?

-Creo que hay que desmitificar eso, los localismos en el sector financiero no tienen la importancia que han tenido en otros. Hemos pasado de tener 45 cajas a prácticamente dos y, si siguen los procesos que se debaten, nos vamos a quedar en un oligopolio menor de cuatro o cinco entidades financieras en todo el país, el Banco Central Europeo está invitando a que haya fusiones transfronterizas entre países, por tanto, lo mismo que hace 10 años sí era importante, hoy entiendo que ese localismo no l o es. Lo importante es que haya una red, que haya acceso al crédito, a los depósitos y que te den un servicio. Lo local, visto lo visto, no tiene la menor importancia.

-¿Cuál es su futuro?

Seguir trabajando ilusionado

-¿Seguirá al frente de la fundación?

-Mientras que lo quieran los patronos, que son los que me designan, sí. Yo, encantado de que depositen la confianza en mí e ilusionado por hacer cosas y proyectos, porque trabajar en este sector es sin duda un lujo.

-Dijo antes que podía haberse quedado por el camino ¿Es usted un superviviente?

-Sigo viviendo. Viendo la trayectoria de muchas entidades, me considero un afortunado de poder seguir dirigiendo una fundación que tiene capacidad de hacer muchas actividades.