La temporada de caracoles comenzaba en Córdoba el pasado 21 de febrero, con unos 40 puestos dispuestos para que cordobeses, turistas y visitantes pudieran degustar hasta el 17 de junio un producto tan asociado a las costumbres y gastronomía locales. Sin embargo, la llegada del estado de alarma por la pandemia del coronavirus, que conllevó el cierre de todos estos puestos y de la actividad económica paralela asociada al negocio de los caracoles, hizo que se fueran al traste las previsiones de estos empresarios, en su mayoría pequeños autónomos, que viven prácticamente todo el año de los ingresos que obtienen de la temporada de caracoles.

El presidente de la Asociación de Comerciantes Caracoleros de Córdoba, Cristian Pérez, señala que de media las pérdidas «que hemos sufrido la mayoría de los que tenemos puestos ronda el 80%, pues ni siquiera el permiso que nos ha concedido el Ayuntamiento para cerrar el 30 de junio en lugar del 17, ha permitido mejorar las cuentas».

Algunas firmas han optado por el reparto a domicilio y venta a hostelería y supermercados

«Las temperaturas altas, unido a que la población no se enteraba muy bien de a qué hora podían salir a la calle, han restado clientela en mayo y junio durante la mañana y tarde y han provocado que se concentraran las ventas prácticamente en la noche. Además, hasta la fase 3 del estado de alarma solo podíamos montar nueve mesas máximo por puesto, lo que no nos ha permitido contar con una mayor clientela potencial. Han sido además muchos gastos los que hemos tenido que afrontar para extremar la limpieza, desinfección, después de haber abierto los puestos de caracoles apenas unas semanas», indica Cristián Pérez, que está al frente de Caracoles Peque 3, dentro de un negocio familiar con tres puestos en total en la ciudad. El presidente de esta asociación recalca que «los que estamos al frente de los negocios hemos sufrido pérdidas, pero también las familias de los empleados a nuestro cargo».

En la misma línea, el gerente de Caracol Cordobés, Juan Carlos Muñoz, resalta que este año, por el coronavirus, «se ha dado fatal. Ha habido muchos gastos y pocos ingresos. Encima la mutua me niega ayudas, porque para compensar la falta de ingresos, puse el servicio a domicilio. En 32 años que llevo en este negocio nunca había vivido algo así. Al menos he tenido menos pérdidas porque decidí solo abrir el puesto de la avenida de Granada y no el otro que tengo en la avenida de Cádiz». Este empresario, que en otras temporadas, ha tenido bajo su responsabilidad hasta a 20 empleados, ahora mismo solo cuenta con 2 o 3, debido a esta «desastrosa» campaña.

Por su parte, Mari Cruz Pérez, responsable de CaracolExpress, que cuenta con puestos en la estación de autobuses y trenes y en avenida Agrupación Córdoba, explica que «debido a esta situación nunca vivida en las tres décadas que llevo en el negocio, nos hemos reinventado, apostando más por la línea de servicio a domicilio y a puntos de hostelería y restauración, y con la oferta de caracoles sin gluten y sin lactosa, así como otra comida a domicilio, al margen de los caracoles, aprovechando la inversión que hemos hecho. Deseamos que pase pronto este año para olvidar».

También hace años que se reiventó Francisco Berbel, gerente de Caracoles Los Abuelos, que en lugar de montar puesto, comenzó a distribuir caracoles, sin preparación y ya elaborados, en supermercados, grandes cadenas de distribución y locales de hostelería y restauración. Eso le ha permitido salvar en parte la temporada, aunque «en los inicios del estado de alarma lo pasamos muy mal, hemos sufrido mucho porque vimos que el negocio se hundía».