Los galgos cordobeses también tienen sus ángeles que les guardan y custodian, personificados en los voluntarios y cuidadores de la Asociación Galgos del Sur, protectora de animales creada hace diez años en Córdoba para la protección, adopción y defensa de esta raza de perros, históricamente ligados en nuestro país a la actividad cinegética.

No en vano, desde que comenzara a realizar su labor en 2008, esta asociación lleva rescatados más de 1.800 galgos, 96 de ellos en lo que va de año y 249 en 2017, de los cuales 197 se dieron en adopción.

Así lo indica la presidenta de Galgos del Sur, Patricia Almansa, que denuncia que estos perros son «usados como simples herramientas de caza», llegando a ser «poco menos que cosas, viviendo una vida de explotación, maltrato y penurias que suele terminar con un final terrible, como ahorcamientos, tirados en pozos, abandonados a su suerte muriendo de inanición, atropellados en una cuneta o sacrificados masivamente en perreras financiadas con recursos públicos».

Para paliar esta situación, esta asociación, que cuenta actualmente con unos 200 asociados, desarrolla dos actividades principales: el rescate, recuperación e integración de galgos abandonados en familias que los adoptan; y la denuncia de esta situación «tan injusta e invisible que viven los galgos en nuestro país y en Córdoba», al ser la nuestra una de las provincias más galgueras por el uso de estos animales en la caza. Junto a los galgos, que son su preocupación principal, el colectivo también rescata otro tipo de perros usados para cazar, como podencos, bodegueros y bretones.

Al respecto, este colectivo estima que en la provincia de Córdoba hay alrededor de unos 1.500 galgueros federados, cifra a la que hay que añadir el resto de galgueros que no están federados «y que son mayoría», a juicio de Patricia Almansa. Cada galguero tiene entre 5 y 20 galgos, por lo que la población en Córdoba de esta raza de perros oscilaría entre un mínimo de 7.500 y un máximo de 30.000 galgos, sólo entre los galgueros federados; de los cuales entre 2.000 y 2.500 se abandonarían cada año, según las estimaciones de esta asociación basadas en sus propios datos, en los de perreras municipales y en los de otras protectoras de animales de Córdoba.

La actividad de Galgos del Sur se lleva a cabo principalmente por voluntarios, menos el cuidado y limpieza diaria de los galgos en el refugio que la asociación mantiene en la Cuesta del Espino, por la Autovía A-4 dirección Sevilla, en un terreno alquilado. Su financiación es exclusivamente privada, por donaciones, «ya que no recibimos ningún tipo de ayuda o subvención pública», explica Almansa. Su presupuesto anual ronda los 80.000 euros, donde se incluyen los gastos de alquiler del refugio (unos 12.000 euros), el pienso para los perros (unos 12.800 euros), gastos veterinarios (39.000 euros), y productos zoosanitarios, entre otros. Para la atención diaria de los animales tienen a dos cuidadores y a una veterinaria contratados, «pero hay varias entidades que se hacen cargo de este gasto como donativo a la asociación».

En el caso de los animales que rescata Galgos del Sur, éstos son trasladados al citado refugio de la asociación, con una capacidad para 60 galgos, aunque a fecha de hoy cuidan a 74 animales, a los que hay que sumar otros 18 que están en casas de acogida pero a cargo de la asociación. No obstante, Patricia Almansa señala que esperan que el próximo mes de diciembre esté terminado el nuevo refugio que la entidad tiene previsto construir en Villafranca, que tendrá una capacidad de 120 galgos, y para el que «estamos en la última fase de obtención de permisos».

Respecto a la procedencia de estos animales, Galgos del Sur se comprometió hace cinco años a rescatar a los galgos que entraran en la perrera municipal de Córdoba -en el CECA (Centro de Control Animal), dependiente de Sadeco- y también rescatan de la perrera de Lucena y a animales abandonados en la calle o en el campo, principalmente en pueblos; y galgos «entregados por particulares que rescatan u otras protectoras que no pueden hacerse cargo», indica Almansa.

Tras sus primeros cuidados y recuperación, muchos de estos galgos son adoptados por familias de acogida, principalmente del extranjero, de países europeos como Alemania, Holanda, Finlandia, Bélgica y Suiza; «donde están muy concienciados con el problema del galgo español y este perro es muy apreciado como animal de compañía por su carácter tranquilo y fácil», según Patricia Almansa.

Por contra, en España «aún seguimos luchando contra el mito de que el galgo es un animal para el campo, que necesita mucho espacio y que no puede vivir en una ciudad o un piso. Nada más lejos de la realidad», afirma la presidenta de esta asociación, que señala que gracias al trabajo de concienciación de este colectivo en España, en los dos últimos años el porcentaje de galgos adoptados por familias españolas es cada vez mayor. Principalmente, familias residentes en Cataluña y Comunidad Valenciana.

A las familias que quieren adoptar Galgos del Sur les pide, además de contar con una vivienda segura para estos animales, que dediquen cuidados y tiempo a estos galgos «como a cualquier otro miembro de la familia». Algo que en Córdoba ya hiciera en su día el insigne pintor Julio Romero de Torres con Pacheco, o el inmortal Don Quijote con su galgo corredor.