José Cuesta, de 67 años, y Carmen Ramírez, de 65 años, llevan 39 años casados. Tienen un hijo, una hija y dos nietas (a las que están deseando ver cuando sea posible). Su familia es el eje de sus vidas. Sin embargo, a principios de marzo ese núcleo se empezó a tambalear, cuando José se tuvo que quedar ingresado en el hospital Cruz Roja de Córdoba y luego también su mujer, debido a que los dos dieron positivo en coronavirus

La recuperación de José ha sido más complicada. Ha permanecido 56 días en el hospital, de los que 24 en la UCI, mientras que su mujer estuvo unas tres semanas ingresada en planta y el resto del tiempo, menos cuando su marido estuvo en la UCI, ha estado junto a él en el hospital apoyándole en su mejoría. Incluso su aniversario de boda les pilló en el hospital. El pasado miércoles por fin llegaba la tan deseada alta hospitalaria de José. En la puerta de Urgencias fue despedido con muchas muestras de cariño por los profesionales del hospital Cruz Roja, con los que esta pareja ha estrechado lazos que serán imposible de romper.

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Estos dos pacientes fueron los primeros que requirieron hospitalización en el hospital Cruz Roja debido a la pandemia del coronavirus. Eso les permitió tener «la suerte», como califica Carmen, de poder permanecer juntos en una habitación amplia, que tenía una terraza a la calle desde la que se podía ver el exterior. Ni Carmen ni José tienen idea de cómo pudieron contraer la infección y continuarán en aislamiento en su casa. Además, José tiene que seguir la rehabilitación iniciada en el hospital. «Ha sido una experiencia muy mala, pero positiva a la vez, por el apoyo que hemos recibido», destaca Carmen, a la que le gustaría que pronto les repitieran las pruebas para quedarse tranquilos de que todo continúa bien.

El 11 de marzo, el día después de que en Córdoba se conociera el primer caso de contagio de covid-19, José y su mujer se tuvieron que quedar ingresados en el hospital Cruz Roja. Habían ido a urgencias porque con el tratamiento de su neumólogo no habían conseguido mejoría. José padece enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y, al poco de estar ingresado, le hicieron la prueba del coronavirus y dio positivo. Su mujer, que presentaba también síntomas compatibles con esta patología, ya que le costaba mucho respirar y presentaba fiebre, imaginaba que podía estar infectada por lo mismo que su marido, ya que una vez sufrió neumonía. José estuvo intubado hasta el domingo de Ramos y una semana después ya plantearon los médicos su salida de la UCI. Tanto José como Carmen se muestran muy agradecidos con el trato que han recibido de la doctora Noelia Muñoz, jefa de la UCI del hospital Cruz Roja; de los doctores Cristina Hidalgo y Rafael Machín; y también por parte de enfermeras, auxiliares, limpiadoras e incluso del jefe de cocina. «Reconocíamos a algunos por la voz, pero con los equipos de protección no hemos podido conocer las caras de algunos profesionales que nos han atendido», resalta Carmen.

El valor de las cosas

José echaba de menos del exterior a su familia y luego poder estar en su casa. «No podemos más que dar las gracias por todo el cariño recibido. Desde que te despertabas recibías una sonrisa y palabras de ánimo. Me permitieron además en la UCI recibir videollamadas de mi mujer», detalla. José, hijo de este matrimonio, recuerda los difíciles días en los que sus padres estuvieron ingresados. «Con tantos datos diarios de fallecidos, no queda más que pensar en el peor final. Pero hasta en esas cifras matemáticas encuentras ecuaciones donde los signos negativos suman. Y eso hemos hecho en mi familia, sumar la negatividad para obtener una experiencia positiva».

José Cuesta también quiere agradecer la atención recibida en la sanidad pública por parte de su enfermera gestora de casos, que se ha encargado que desde que desde el primer momento del alta cuente con la medicación que necesita.