En unas acogedoras instalaciones situadas a la entrada del polígono industrial Los Alfares, en el acceso principal a La Rambla, Carmen del Río es capaz de dar rienda suelta a las vocaciones creativas de sus alumnos, en su mayoría escolares. "Las personas que nos visitan se van encantadas y, de hecho, todos los niños nos dicen que, de mayores, quieren ser alfareros", afirma orgullosa. Y es que su amor por el barro y la arcilla le viene de familia. No en vano, sus abuelos ya se iniciaron en una actividad que actualmente genera en el pueblo unos 200 puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos.

Siguiendo la estela de su padre, Alfarero de Honor de La Rambla, Carmen del Río se planteó la posibilidad de poner en valor la artesanía local con la ayuda de sus hermanos, Soledad y José. La idea no tardaría en llegar. "Tras visitar con mis hijos una granja-escuela, fui consciente del enorme potencial que podía tener el barro con los más pequeños, pues permite enseñarles un oficio artesanal a la vez que se divierten", comenta. Y se puso manos a la obra. Gracias al asesoramiento recibido en el Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial (CADE) de Montilla y a la ayuda de un amigo, que plasmó en un proyecto lo que desde el verano del 2012 es Alfar Escuela, Carmen del Río pudo hacer realidad su sueño.

"Es una actividad muy didáctica porque les permite contemplar en vivo y en directo cómo es el proceso de modelado y fabricación de piezas tan significativas como los botijos de La Rambla", afirma Carmen, quien también juega con sus pupilos a descifrar el significado de la jerga alfarera, con términos como "albañal", "bizcocho" o "caña".

Además de recibir una clase interactiva sobre el origen y la evolución de la cerámica, los aprendices alfareros van pasando por cada uno de los tres talleres en los que se divide el centro. El primero de ellos, de modelado en mesa, permite que el barro cobre vida a través de las manos de los participantes, adoptando figuras clásicas o inverosímiles. La arcilla no conoce apenas límites.

"Sin duda, uno de los momentos más esperados de la jornada es el del moldeado en torno, asistido por un maestro alfarero", explica la responsable de Alfar Escuela. Por último, cuenta con un taller de decoración que permite identificar y distinguir las piezas con una amplia gama de colores. "Los grupos van rotando por cada uno de los talleres y, al final, se llevan a casa todas las piezas que hayan realizado", señala. El proceso de aprendizaje en Alfar Escuela se completa con una visita a las instalaciones de la alfarería familiar.

Pero Carmen del Río no deja de plantear iniciativas, para lo que tiene el apoyo de Andalucía Emprende, que la ha asesorado en la elaboración de un proyecto, así como en la puesta en marcha de su propia página web.