El voto de Ganemos en contra de las ordenanzas fiscales presentadas por PSOE e IU ha supuesto un jaque en toda regla al equipo de gobierno. La agrupación de electores, que ha ido recrudeciendo paulatinamente su postura en los últimos meses, parece estar cada vez más alejada del gobierno local y así se materializó en el Pleno del martes, cuando votaron en contra, como PP, Ciudadanos y Ucor, por primera vez en el mandato de un documento crucial para la política municipal, como es el expediente de tasas e impuestos locales.

La alcaldesa, Isabel Ambrosio, que ha personificado hasta la presente la política del guante de seda ha decidido dar esta semana un golpe de efecto y emplear, por fin dirían algunos, la mano de hierro. Así, para eliminar la amenaza del jaque de Ganemos a las ordenanzas, la regidora ha optado por interponer la pieza de la moción de censura entre el atacante y su equipo. «O moción de censura o colaboración», retó Isabel Ambrosio a Ganemos, a quien obliga a alinearse con ella o con el PP.

El golpe, más contundente por lo poco usual en la socialista, impone un nuevo clima en la negociación de los presupuestos municipales de 2018, de los que el viernes se aprobaron sus líneas maestras. Con este reto --replicado por los populares con la poco probable moción de confianza--, Ambrosio trata de recuperar la iniciativa colocando el balón en el tejado de Ganemos. La agrupación de electores, que hasta el momento solo ha interpretado la cómoda postura del que puede elegir, ha respondido de forma airada incidiendo en los argumentos que los han llevado a votar «no» (básicamente el incumplimiento de los acuerdos de 2016) y lamentando que el gobierno local haya tratado de sacar adelante las ordenanzas con la derecha.

La relación entre PSOE, IU y Ganemos había sido hasta el martes una especie de comedia de situación con sus clásicos enredos resueltos al final de cada capítulo. Lo del martes puede ser el punto de inflexión que unos vaticinan desde el inicio del mandato y que otros no esperaban tan pronto aunque temían desde junio de 2015. Si la agrupación de electores o, para ser más precisos, uno de los partidos que la integran, Podemos, ha iniciado ya la cuenta atrás para las elecciones es muy probable que los dos años que restan pasen en Capitulares de la comedia al thriller. Con una complejidad añadida: la estrategia que elija IU para las municipales (si concurre en confluencia con el partido morado o en solitario) afectará no solo a sus relaciones con su socio de gobierno, sino al equilibrio con el resto de fuerzas locales. Llegado el caso se pasaría del thriller a la ciencia ficción en un visto y no visto. Dos años son, sin embargo, demasiado tiempo para la ciudad que sería sin duda la más perjudicada por tener un gobierno atado de pies y manos a la aritmética del Pleno y al resto de grupos instalados en la estrategia electoral.

Desde luego el capítulo de las ordenanzas ha sido esclarecedor en ese sentido, porque es poco entendible (a menos que se haga en clave partidista) que se vote en contra de un expediente calcaldo al del año anterior (el único cambio introducido era la bonificación del 50% del IBI a los propietarios de patios que entren a concurso), cuando entonces salió adelante con el apoyo de Ganemos y la abstención del PP y Ucor. La misma postura de los populares, que anunciaron el día de antes su abstención a las ordenanzas y su cambio de rumbo momentos antes del Pleno (el gobierno local los acusó de supeditar los intereses de Córdoba a las directrices de Génova), da pie a considerar que la dinámica que se ha establecido en el Ayuntamiento es ya puramente electoral. Y el problema es, como decimos, que quedan dos años.

En clave electoral también se ha interpretado por parte del gobierno local el anuncio del Ministerio de Fomento de que financiará el Cercanías. Un anuncio que el Ejecutivo central hizo el viernes en el transcurso de una reunión del PP de Córdoba con el secretario de Estado de Infraestructuras en Madrid. PSOE, IU y Ciudadanos han lamentado «la deslealtad institucional» que supone este gesto (la alcaldesa aún espera la respuesta a la carta que remitió a este ministerio en verano para preguntar por este tema), si bien no tuvieron más remedio que reconocer que la noticia es buena para la ciudad y su periferia. La partida de ajedrez, como ven, se sigue jugando.